Acustik Noticias. Francisco es un hombre, de 34 años, que confesó ante el medio Telemundo las crudas prácticas que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) utiliza para alistar sicarios a través de sus campos de adiestramiento, en los que enseñan a portar armas, insensibilizan, matan y obligan a comer carne cruda a sus nuevos elementos.
El testimonio de Francisco coincide con diversas investigaciones hechas por las agencias antidrogas, quienes señalan que el reclutamiento de personal se realiza a través de engaños y promesas de un mejor futuro.
Francisco cuenta que su historia comenzó en abril de 2018, día en que conoció a uno de los hijos de Nemesio Oceguera Cervantes, alias El Mencho, quien le solicitó ayuda afuera de un bar, pues se había quedado sin efectivo y no tenía vehículo para trasladarse a otro sitio, por lo cual decidió llevarlo hasta el punto que le sugirió.
Al finalizar el viaje el narcotraficante le pidió su número agregando que él le ‘cayó bien’; Francisco se lo dio; sin embargo, desconocía la identidad del hombre, quien lo llamó semanas después ofreciéndoles un trabajo como guardia de seguridad.
Ante el pago de 3 mil 500 pesos, Francisco, quien trabaja en una fabrica de galletas, no se pudo negar y acudió al sitio que el capo le mencionó.
Francisco contó que a su llegada notó que muchos hombres se encontraban en el sitio; después una camioneta llegó y los llevó con quienes trabajarían.
El asunto se tornó peligroso cuando camino al supuesto campo de entrenamiento de guardias de seguridad, uno de los hombres de El Mencho les afirmó que no trabajarían como vigilantes sino como sicarios del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y les infundó temor al mencionar que cualquiera solo saldría de esa situación ‘con las patas por delante’, es decir, muertos.
Entonces ahí entendí y entendimos todos que estábamos metidos en un gran problema. No sabes lo que va a venir, pero te tienes que quedar callado y muy serio porque podrían tomar a mal cualquier gesto. Pensé mucho en mi hijo”.
Francisco mencionó que el grupo de hombres fue llevado a Tlalpa de Allende, un municipio perteneciente a la sierra de Guadalajara, donde fueron entrenados en lo que el llama ‘la escuela del terror’ para accionar escuadras, cuernos de chivo y hasta lanzacohetes; fue en uno de estos adiestramientos en los que uno de los secuestrados fue asesinado por no saber accionar un arma.
En un abrir y cerrar de ojos, ¡pa, pa, pa! lo mató. Nos dijo que no servía porque en una acción real le agarraría el pánico y nos pondría a todos en peligro. Entonces comenzó lo que el cártel llama el bautizo”.
Con el cadáver del sujeto en frente, Francisco y los demás aprendices fueron obligados a destrozar el cadáver para desaparecerlo y más tarde a comer sus partes como acto para desensibilizar, según relató el ahora sicario.
Ves cómo matan a la gente, pruebas la carne humana, vives el terror”.
Con información de Telemundo, Grupo Fórmula y Vanguardia
Fotografía tomada de Vanguardia