Descubren hornos de cal en zona arqueológica de Monte Albán

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Un trabajo conjunto entre expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Servicio Arqueomagnético Nacional (SAN) de la UNAM reveló dos hornos de cal en Monte Albán, Oaxaca, que fueron clave para su construcción y representan una pieza fundamental para completar el mapa de edificación del sitio arqueológico.

Avto Goguitcghaichvili, titular del SAN, y Nelly M. Robles García, del Centro INAH en la entidad, enfatizaron que si bien esos artefactos han sido documentados ampliamente en el área maya (Mérida y zonas aledañas), es la primera ocasión en que se encuentran en la región zapoteca, lo que significa el uso y apropiación de una tecnología esencial para erigir una ciudad.

“El hallazgo de hornos de cal en Monte Albán es importante, ya que no se habían registrado en investigaciones previas y se vinculan con la tecnología de la construcción en Mesoamérica, definiendo los materiales empleados por los zapotecos que habitaron el sitio”, comentó Goguitcghaichvili.

El primero fue datado entre 1076 y 1321 d.C, mientras que el segundo entre el 713 y 883 d.C, coincidiendo con la última época de edificaciones y el abandono de Monte Albán, explicaron los expertos.

En Mesoamérica, añadieron, la producción de cal es evidencia de una técnica compleja, así como de métodos controlados para quemar la roca caliza, lo que refiere artesanos que contaban con el conocimiento necesario para manejar y controlar el fuego, la cantidad de combustible que debía utilizarse y el tiempo para exponer esos materiales.

Goguitcghaichvili expuso que se sabe que la cal es elaborada a partir del periodo Neolítico y en Mesoamérica. El Servicio Arqueomagnético ha revisado desde hace cinco años edificios que la produjeron de la zona maya, pero, hasta ahora, no se había encontrado hornos que evidenciaran su manufactura en la zona del Pacífico sur del país.

Robles García recordó que Monte Albán, considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad a partir de 1987, es estudiado desde la década de 1930 por expertos como Alfonso Caso, y en los grandes edificios de roca que vemos hoy se sabe que al interior fueron erigidos con rocas, tierra y cal, pero hasta ahora se desconocía el origen de este último material.

El descubrimiento fue realizado por el INAH como parte del proyecto de conservación de los edificios dañados por los sismos de 2017 en Monte Albán y Atzompa, que ofreció la oportunidad de liberar y restaurar una posible banqueta en el edificio P del sitio, donde se había detectado humedad perjudicial para el lugar.

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