A 34 años, San Juanico mantiene su exigencia de retirar las gaseras
Vecinos piden más seguridad para seguir conviviendo con combustible
Por: Mariángel Calderón
CDMX. 18 de noviembre de 2018.- Eran minutos antes de las seis de la mañana, Margarita Hernández había dejado a sus hijos dormidos cuando salió a comprar leche a una tienda de Liconsa, de pronto todo se puso rojo, se sintió mucho calor y comenzó la corretiza, San Juanico había desaparecido de la faz de la tierra, decían las noticias de esos días.
Ella y sus vástagos estaban ahí, entre la quemazón, el olor a gas y montones de gente con la piel hecha jirones buscando salir como fuera de aquel infierno. Era la madrugada del 19 de noviembre de 1984, la noche anterior los vecinos de San Juan Ixhuatepec, cuya fundación data de tiempos prehispánicos, habían reportado a las autoridades un fuerte olor a gas, pero nadie hizo caso y fue hasta ese día cuando todo voló en pedazos.
Margarita sólo pensaba en sus hijos e inconsciente por las quemaduras de tercer grado que habían abrasado sus pies y sus manos, corrió a su casa a sacar a sus hijos; otro, quien vivía con unos tíos falleció, esa noche estaba justo en la zona de las explosiones.
En esos años, la zona era un andurrial de casas de lámina y asbesto, una pequeña ciudad perdida que terminó reducida a nada luego de las explosiones y que ahora es un colorido parque lleno de niños jugando.
Se le llenan los ojos de agua al recordar, los restos de su hijo Ignacio nunca fueron encontrados y representantes de Petróleos Mexicanos (Pemex) la visitaron un año después de la tragedia para entregarle un cheque de indemnización por mil 500 pesos y la aseveración de que se había quemado por ‘babosa’, y que su hijo se había muerto por andar de ‘parranda’.
Para curar sus heridas fueron necesarios ocho ingresos al quirófano, las primeras cirugías se las realizaron en el Hospital Rubén Leñero, ahí trataron de injertarle piel de puerco. Le colocaban placenta, apósitos con vinagre y otros remedios que no recuerda, ‘pero no me pegaban’, así que acudió al hospital Dr. Manuel Gea González, en donde le quitaron piel de los glúteos y de los muslos para sanarla.
“El piso se sentía caliente, se nos quedaban los pedazos de piel de los pies en las calles, todo eran gritos, nadie sabía qué había tronado, parecía que había pasado un avión, pero era una de las salchichas (tanques de gas) que volaron al cerro, por eso corríamos, muchas de las que estábamos ahí se murieron en el hospital”.
Dentro de lo que cabe, explicó, a ella ‘le fue bien’, porque su yerno perdió a toda su familia esa mañana, él había salido a colocar su puesto enfrente del mercado de San Juan cuando vino la explosión, toda su familia quedó calcinada, incluso cuenta que encontraron a sus hijas abrazadas.
De acuerdo con cifras oficiales, tras las explosiones murieron unas 500 personas, poco menos de mil sufrieron heridas considerables, más de 300 tuvieron quemaduras de primer grado y 60 mil habitantes fueron evacuados; además, se contabilizaron 149 viviendas destruidas y los hospitales capitalinos atendieron por esos días a siete mil afectados.
Con información de Notimex.