Expertos efectúan estudio sin precedentes en la Colección Chupícuaro de la Alhóndiga de Granaditas
Con el objetivo de entender exhaustivamente la función, materialidad y técnicas de manufactura de las figurillas Chupícuaro, consideradas entre las más refinadas expresiones del arte cerámico mesoamericano, un grupo interdisciplinario de especialistas concluyó en días pasados la primera temporada del proyecto FiG-ArO.
La iniciativa, cuyo nombre alude a una contracción no literal sobre el término “figuras Chupícuaro”, se emprendió con recursos del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia, con apoyo de la Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cuya primera fase en campo se efectuó del 27 de febrero al 11 de marzo pasados. En el Museo Regional de Guanajuato (MRG) se emprendieron estudios de caracterización sobre 52 figurillas antropomorfas cuyas antigüedades abarcan todo el horizonte temporal de la cultura Chupícuaro, que va de 600 a.C., a inicios de nuestra era.
Para la coordinadora del proyecto FiG-ArO, Brigitte Faugère, los exámenes practicados por primera vez a la Colección Chupícuaro del recinto –compuesta por más de 200 piezas– permitirán reconstruir la ‘vida’ de cada elemento seleccionado, desde su creación hasta su desecho; generar estrategias de conservación y catálogos arqueológicos con fines de consulta y divulgación. Según explica la también profesora de la Universidad de París 1, la expectativa es que los nuevos datos puedan contrastarse con información de proyectos arqueológicos previos, llevados a cabo en el suroriente de Guanajuato, área principal de influencia de dicha cultura prehispánica.
Tanto Faugère como José Luis Ruvalcaba Sil, coordinador del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y la Conservación del Patrimonio Cultural (Lancic), con una sede en el Instituto de Física (IF) de la UNAM, indican que conocer a fondo las piezas también ayudará a identificar falsificaciones, frecuentes en la cerámica Chupícuaro. Sobre los procesos aplicados en el Lancic a las 52 piezas, Ruvalcaba Sil comenta que estas atravesaron por una metodología dividida en dos etapas de pruebas no invasivas ni destructivas. En la primera se hizo una prospección mediante un microscopio óptico que va de los 20 a los 200 aumentos, y técnicas de imagen con luces ultravioleta, infrarroja y visible, para detectar restauraciones y aspectos de manufactura.
La segunda consistió en estudios de espectroscopía de reflectancia y absorción de luz visible e infrarroja, fluorescencia de rayos X, difracción de rayos X e imagen en 3D de alta resolución, los cuales permiten conocer los elementos químicos de pigmentos y pastas, la mineralogía de las piezas y huellas de manufactura que no se aprecian a simple vista. “Caracterizar a las figurillas nos permitirá saber si con el tiempo los artesanos cambiaron sus herramientas de trabajo, o bien, las fuentes de extracción de los pigmentos y las arcillas que usaron”, explica.
Iniciado en 2022, el proyecto FiG-ArO está planteado a cinco años, para estudiar las colecciones del MRG y de otros dos recintos: el Museo Nacional de Antropología y el Museo Comunitario Fray Bernardo Padilla, en Chupícuaro, Guanajuato. Los equipos del Lancic son portátiles, lo que en 2024 posibilitará examinar una cincuentena de piezas del recinto capitalino y del guanajuatense, lo cual contribuirá a recuperar la memoria histórica del Valle de Acámbaro.
Brigitte Faugère señala que, además de los expolios que la región comenzó a sufrir desde los años 20 del siglo pasado, la construcción de la presa Solís, en la década de 1940, implicó la reubicación de comunidades como el propio pueblo de Chupícuaro, orillando a muchos de sus residentes a migrar. Hoy, finaliza, existen asociaciones de migrantes en Estados Unidos que honran la memoria de sus ancestros, apoyando al Museo Comunitario Fray Bernardo Padilla, nombrado en honor de un religioso que donó una propiedad familiar para instalar el recinto, en 1993.
La primera temporada del proyecto contó con el apoyo de la directora del MRG, Gabriela Sánchez Villegas. Por parte del Lancic, en el grupo interdisciplinario participaron: Edgar Casanova González, Alejandro Mitrani Viggiano, Daniela Reggio, Miguel Pérez Flores, Carlos López Puértolas, Ángela Ejarque Gallardo y Eduardo Zenil Labra.