Calentamiento global, factor a considerar en la protección del patrimonio cultural
El cambio climático es un desafío para la conservación del patrimonio cultural y natural, fundamentalmente por los efectos inmediatos del fenómeno en los sitios y monumentos, que amenazan también los hábitats, y afectan a las comunidades y las economías asociadas, alertó el director del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC), de la UNAM, Javier Delgado Campos.
“Si bien el patrimonio ya no está dando el servicio para el que fue inicialmente construido, la interacción entre hombre, historia, herencia sigue siendo fundamental”, destacó.
Hemos tenido ejemplos de una actividad económica importante, que también nos nutre espiritualmente y nos muestra que los problemas patrimoniales son similares en nuestros países, lo cual es preocupante porque habla de una falta de cuidado generalizado; pero también es una oportunidad para interesarnos y estudiar el pasado, aseguró durante el Seminario “La Ciudad y sus patrimonios”, del PUEC.
Invitado por el Programa, el investigador peruano, Ricardo Morales Gamarra, de la Universidad de Trujillo, compartió en la charla “Contextos patrimoniales, cambio climático y su uso social sostenible: problemática y perspectiva en la costa norte de Perú”, su experiencia en el rescate de sitios arqueológicos como el llamado Huacas de Moche, perteneciente a la sociedad Moche, sitio construido y habitado entre el siglo I y VIII.
Con rachas de vientos, lluvia o sequías severas derivadas del cambio climático, los factores medioambientales, meteorológicos y antrópicos propician impactos directos sobre las frágiles estructuras de los monumentos arqueológicos en tierra, lo que propicia el irreversible y gradual proceso de pérdida de las estructuras que concluirá con su destrucción total, enfatizó.
Apuntó que el desgaste de los edificios y sus pinturas no ha sido estudiado sistemática e integralmente, razón por la cual se pierde valiosa información que permitiría implementar programas de investigación científica para la conservación y uso público sostenible de los monumentos y su entorno.
El investigador detalló que son múltiples los retos que han enfrentado para el rescate de los sitios arqueológicos y patrimoniales, pero un problema en un edificio podría llegar a niveles de máxima gravedad cuando se suma el cambio climático a la fragilidad natural del material tierra y la fatiga por la larga exposición ante los vientos y el agua.
En ese sentido, sugirió elaborar un Altas que muestre “cómo se va ampliando el deterioro e ir identificando las situaciones de extrema fragilidad en parques nacionales y geológicos, como Machu Picchu, que es un sitio muy frágil que se destruye día a día. Y, creo, el proceso de deterioro nos está llevando a una destrucción porque los turistas caminan sobre escalinatas y pisos originales, y el desgaste de la física-mecánica del calzado y la lluvia lleva a un proceso de arenización total”.
Como ejemplo de otras pérdidas derivadas del cambio climático, Morales Gamarra también comentó el caso de los caracoles terrestres, que están en peligro de extinción, animales que fueron grabados en piedra por su importancia en la dita y su asociación con la lluvia, pero hoy en día no es posible encontrarlos en el Cerro Blanco.
El experto y su equipo realizaron estudios del polvo y el aire que imperan en el sitio arqueológico de Huacas, en los que han encontrado salmonella, E.coli, y 12 tipos de hongos que contaminan la salud de visitantes, trabajadores y la comunidad que vive en el entorno.
Actualmente, el sitio recibe visitas controladas, un máximo de 134 mil en un año, cifra que esperan se mantenga pues es necesario considerar los desperdicios y contaminantes generados por los asistentes, medida que deberían ser implementada en regiones de alta atención turística como Machu Picchu, Moche y Cham-Cham, enfatizó el experto.