El crecimiento de nuestra agricultura protegida contribuye a que México sea uno de los principales países productores y exportadores de cultivos hortícolas, con más de 3.5 millones de toneladas de hortalizas que son cultivadas en más de 27 mil 951 hectáreas, y tiene un papel social sustancial en la prosperidad compartida, destacó la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.
Como ejemplo de este fortalecimiento hortícola destacan la producción de jitomate, con 2.3 millones de toneladas; cebolla, con 463 mil toneladas, y chile verde, con 612 mil toneladas, detalló el coordinador general de Agricultura, Santiago Arguello Campos.
Con la representación del secretario Víctor Villalobos Arámbula participó en la inauguración del XVI Congreso Anual de la Asociación Mexicana de Horticultura Protegida (AMHPAC), donde refirió que la actividad agrícola bajo agricultura protegida tiene un papel social sustancial, ya que la producción de hortalizas y verduras genera alrededor de 110 mil empleos fijos y 120 mil empleos temporales.
Asimismo, dijo, las empresas han hecho esfuerzos considerables para darles las mejores condiciones de vida y trabajo a sus empleados, sobre todo a los jornaleros agrícolas que migran por temporadas alrededor del país.
Es necesario que juntos, sectores público-privado-social, redoblemos esfuerzos para darles las mejores condiciones laborales, ingresos familiares y bienestar para sus familias, apuntó el funcionario federal.
Sostuvo que lograr este repunte productivo, social y económico fue posible por la construcción, desde el inicio del Gobierno de México, de un Programa Sectorial y una planeación agrícola nacional (PLAN) basado en políticas y acciones prioritarias, para generar las condiciones de igualdad necesarias que nos permitiera avanzar en las metas de seguridad alimentaria con soberanía, tanto en granos básicos como productos esenciales en la canasta básica.
Bajo este esquema sobresalió el potencial hortofrutícola del país, que se ha reflejado, año tras año, en nuestra balanza comercial agroalimentaria positiva y con repuntes históricos, principalmente con América del Norte, expresó.
Asimismo, dijo, se ha respaldado este crecimiento sostenido con el activo trabajo de los bienes y servicios públicos de la Secretaría de Agricultura, como los servicios Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) y el Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS) y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), que de manera permanente han priorizado la atención a “quienes nos dan de comer”, los productores y productoras, que ante la adversidad, con su labor y tesón nunca dejaron de producir y llevar alimentos frescos, inocuos y asequibles a las mesas de todos los mexicanos.
Arguello Campos advirtió la necesidad de atender los retos del sector, como suelos degradados, disminución del recurso agua disponible para la agricultura –tanto de temporal como de riego—, disminución de mano de obra y volatilidad de precios de insumo y de mercado, que afectan la actividad productiva y hace necesaria una gestión integral de prevención de riesgos para evitar altibajos en la producción y en los ingresos de las familias productoras.
Destaca Agricultura trabajo de la horticultura protegida
Por otra parte, reconoció el esfuerzo financiero y tecnológico de la industria hortícola nacional para producir bajo una agricultura protegida, que ofrece soluciones innovadoras, como sistemas de riego eficientes y tecnologías de recirculación de agua, y con ello optimiza la huella hídrica y produce más con menos.
Para consolidar este desarrollo planteó la necesidad de trabajar conjuntamente en la integración de un nuevo Plan Hídrico Nacional, con impacto directo en el agro nacional, que cuenta con 6.5 millones de hectáreas de infraestructura hidroagrícola (3.3 millones de distritos de Riego y 3.2 en unidades de Riego), del que el 23 por ciento es tecnificado.
En este apuntalamiento, expuso, ya opera la Estrategia Nacional de Suelos para una Agricultura Sostenible (ENASAS), que tiene como fin preservar el mayor patrimonio de los productores y principal activo de nuestro sector: nuestros suelos vivos.
Paralelamente, recordó, está el trabajo activo de los socios de AMHPAC en la recarbonización de nuestros suelos agrícolas y reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, cuya documentación será fundamental en la rendición de cuentas de la Agenda 2030 en Naciones Unidas.
Expuso que en este proceso de rediseño y optimización de nuestros sistemas agroalimentarios el secretario Villalobos Arámbula puso en marcha la Estrategia Sectorial en Bioeconomía Agrícola para México (ESBAM), que plantea una hoja de ruta con acciones para reducir el desperdicio y aprovechar la biomasa, con la generación de subproductos innovadores y de alto valor sociales.
Se trata de un modelo, refirió, en el que se incorpora la bioeconomía y agricultura circular, para detonar el aprovechamiento integral y eficiente de la biomasa residual de todas las cadenas productivas.
Hacia el futuro debemos cuidar que nuestros cultivos no se vuelvan “víctimas de su propio éxito”; es decir, evitar que la producción provenga de predios con cambio de uso de suelo forestal a agrícola a partir del año 2018, como lo precisa la Ley de Desarrollo Forestal y observan ya en sus legislaciones nuestros socios comerciales de América del Norte y de la Unión Europea, señaló.