Tener un sueño de calidad a lo largo de la vida contribuye a mantener el buen estado de salud. Sin embargo, algunas prácticas actuales como el uso nocturno de pantallas, celulares y televisión —incluso cuando ya se está acostado— aumenta el riesgo de presentar trastornos del sueño, alertaron psiquiatras de la Clínica de Especialidades en Neuropsiquiatría del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste).
En el marco del Día Mundial del Sueño, que se conmemora hoy, personas expertas señalaron que mantener la interacción con estos aparatos por la noche estimula la actividad cerebral y dificulta la relajación necesaria para dormir bien, por lo que recomiendan limitar el uso al ir a descansar.
Destacaron que el trastorno del sueño más prevalente en México es el insomnio, el cual afecta a una cada cinco personas de la población nacional.
Una paciente de 63 años, atendida en esta unidad médica por diagnóstico de ansiedad, compartió los problemas que enfrenta en el área del sueño: “En realidad no descanso. Me cuesta mucho trabajo dormirme y cuando lo logro muchas veces me despierto y en varias ocasiones ya no me puedo volver a dormir. Me afecta mucho, no quiero levantarme, me siento cansada, voy toda somnolienta al trabajo y no rindo”.
Psiquiatras del Issste explicaron que durante el proceso del sueño las personas atraviesan distintas etapas para ayudar a recargar energía, dejar que el cerebro se repare a sí mismo y permita estar despiertos, activos y productivos.
“Tenemos una fase de sueño superficial; una de sueño profundo que es donde ocurre toda esta recarga de glucosa, reparación neuronal, depuración de los recuerdos; una de movimientos oculares rápidos, la cual es como si la mente corriera una especie de prueba para ver si la persona está lista para despertar, en esta fase podemos soñar vivencias o tenemos estas maneras en las cuales la mente trata de resolver problemas.”
Resaltaron la importancia de tener cada noche alrededor de cinco ciclos de sueño, lo cual permite alcanzar un descanso reparador y que al día siguiente podamos tener energía, ya que el sueño de calidad repercute en la buena funcionalidad cerebral, como el estado de alerta, el razonamiento, la modulación del afecto y el control emocional.
Con respecto al tiempo necesario para dormir diariamente, afirmaron: “Usualmente a edades tempranas tenemos mayores requerimientos, pero el promedio saludable de horas de sueño en jóvenes adultos hasta personas de la tercera edad va de seis a ocho horas diarias, un lapso razonable en el que podemos tener este número de ciclos y lograr la óptima recuperación de energía”.
Parte de las acciones preventivas de salud mental que realiza el Issste es la sensibilización de la población derechohabiente en la importancia de implementar medidas de higiene del sueño, una serie de intervenciones conductuales que nos ayudan a crear rutinas y hábitos saludables para dormir mejor.
Para tener un sueño placentero y sostenido, los especialistas recomiendan:
Establecer horarios para dormir y despertar.
Que la habitación sea un lugar propicio para el descanso, con una cama cómoda y ordenada, poca luz, sin ruido y sin distractores.
Usar la cama sólo para dormir, no para trabajar, comer, usar celulares o ver televisión.
Al menos dos horas antes de acostarse: no realizar actividades estimulantes como ejercicio físico intenso, no consumir café y no ingerir alimentos pesados.
Acostarse cuando se tenga un estado de somnolencia.
Cuidar el sueño es tan importante para la salud como mantener una alimentación sana y hacer ejercicio diario, por lo que exhortaron a la derechohabiencia a revisar cómo se encuentran sus hábitos y en caso necesario hacer los ajustes para mejorar su calidad de vida y la de sus familias.