La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) presentaron, en el marco del 18° Festival de Monólogos. Teatro a una sola voz, la obra Now playing, en la Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque.
Su protagonista, Emmanuel, nacido a finales de la década de los ochenta, pertenece a ese amplio grupo de milenials quienes vivieron el cambio de época: de los diccionarios al internet, de los discos a los archivos de música, del grupo de amigos a los seguidores en las redes sociales, mientras en el aire se respiraban los presagios del fin del mundo y en las noticias se veían caer las Torres Gemelas de Nueva York.
Pero más allá de lo externo, el protagonista entiende y percibe su cotidiano con aquello que está a la mano: la música, la cual se vuelve un hilo conductor para plantear otras cuestiones más elementales: la memoria, el amor, la tristeza, la incomprensión y la falta de certeza. Esa música que, además, es producto de su época y lo definen a él.
“La música se plantea como un instinto, un acto de resistencia, como la voluntad de vivir, porque el arte no es una cosa etérea que existe de manera abstracta, sino que es un impulso vital que tenemos todos”, explicó en entrevista la directora Renée Sabina.
“La puesta plantea esa retroalimentación entre lo que conforma la personalidad de una persona y lo que se consume. Estas fueron algunas cuestiones que planteo el actor Emmanuel Lapin al proponer el proyecto, y fueron desarrollándose a través de la dramaturgia de Jimena Eme Vázquez”.
Explicó que Now playing no fue “una creación tradicional en la que el texto es preexistente al montaje, sino que fue un proyecto que nace de las inquietudes del actor” y detalló que, a lo largo del festival, la puesta logró conectar con el público, porque expone temas elementales de la condición humana.
“La primera vez que aplicamos se nos dijo que la obra no era suficientemente universal, pero esta obra de teatro milenial conectó con gente de otras generaciones, de otros lugares y otros contextos, que también se descubrieron a través de la música y de lo que bailaban, y se reconocieron en el protagonista. Obra de teatro milenial porque parte de nuestra generación, porque intenta explicar cómo somos, lo que consumimos y viceversa. Es una obra que utiliza nuestro lenguaje, nuestras convenciones, habla de redes sociales, cita memes, utiliza un lenguaje que no pretende ser distinto al nuestro. Como no pretendimos recurrir a lo que dijo Aristóteles, porque eso ya se está desmitificando en las artes, así como lo escrito por aquel hombre blanco, cisgénero, heterosexual, sino que estamos viendo otras formas de ver al mundo a través de otras narrativas”.
Sabina explicó que, así como la época cambió, el discurso teatral también: “Una cosa que tenemos clara es que a nosotros nos educaron para un tiempo que ya no existe y artísticamente sucede lo mismo. El público también está reclamando un lugar más activo en la actividad performática y esto tiene que ver con lo que consumimos, las redes sociales, la manera en la que estamos cerca del otro, a uno o dos clics en el teléfono celular. Si esa cercanía y manera de interpelar sucede en los diversos ámbitos de la vida, por qué no debería ocurrir en el teatro. El teatro es un arte vivo por definición, que debe ajustarse a su época y exige relacionarse de otra manera con las audiencias”.