Tanto en su época como en la actualidad, Doroteo Arango (1878-1923), mejor conocido bajo el nombre de Francisco Villa, ha sido un personaje polémico, que generó y aún genera opiniones contrastadas, por ello, especialistas han llamado a que, a 100 años de su fallecimiento, se reflexione críticamente sobre su vida y el movimiento social que lideró.
Al inaugurar el curso “El villismo y su legado. Reflexiones históricas”, organizado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el titular de este, Diego Prieto Hernández, distinguió a esta actividad académica como la oportunidad de descubrir, o bien, de ahondar en el conocimiento de la gesta revolucionaria y de los hombres y las mujeres que tomaron parte en ella. El movimiento iniciado en 1910, declaró el antropólogo, tuvo su germen en el norte de México y pronto irradió a otras regiones de la vasta geografía de nuestro país.
“Reflexionar críticamente sobre el villismo nos debe llevar a interrogarnos sobre el presente y la forma en que los mexicanos de todo el país, y aun de aquellos que radican en el extranjero, rememoramos la Revolución de cara a una actualidad de transformaciones innegables”.
Al dictar la conferencia inaugural, la investigadora del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora y nieta del revolucionario, Guadalupe Villa Guerrero, abordó los primeros años del caudillo. La historiadora señaló que explorar los primeros años del personaje histórico, vividos bajo condiciones de hambre, frío y maltrato, es fundamental para comprender las circunstancias que lo llevaron a integrarse al movimiento revolucionario.
Oriundo de La Coyotada, un pueblo perteneciente a San Juan del Río, Durango, “Villa definió a este lugar como un sitio en donde los niños aprenden primero a beber que a escribir, a blasfemar que a leer, a maldecir que a razonar y matar antes que a vivir”.
De acuerdo con la investigadora, aunque es poco lo que se conoce de la infancia de Arango, pues sus memorias se centran en narrar lo que le sucedió a partir de los 16 años, cuando las circunstancias lo llevaron a volverse un proscrito de la ley, existen diversos atisbos sobre lo que vivió y el modo en que tales experiencias le marcaron. Añadió que la aversión que le causaban vicios como el alcoholismo, fue clave para que, años más tarde, pudiera disciplinar a cientos de hombres levantiscos y forjar la División del Norte.
“Él tuvo que ser duro y enérgico en un contexto de guerra, pero logró disciplinar a un ejército cuyos integrantes a menudo eran hombres que, literalmente, se unían para tener una ración de comida o que gustaban de saquear aquellas poblaciones que tomaban”.
Indagar en el proceso revolucionario, consideró Guadalupe Villa, no es tratar de ver qué caudillo cometió menos o más actos de crueldad, sino llegar a comprender el contexto de la época y las causas del actuar de quienes participaron en los distintos movimientos. Por último, la historiadora llamó también a que el público se interese en conocer facetas más humanas de los personajes históricos. “Las fuentes nos permiten imaginar, por ejemplo, a un Benito Juárez como un gran bailarín, aficionado a las polkas, o a un Villa entusiasta de la natación”. El curso “El villismo y su legado. Reflexiones históricas” se transmitirá por INAH TV, los martes y los viernes, a las 17:00 horas, hasta el 11 de agosto de 2023.