La muestra temporal La palabra es de plata, el silencio de oro, que se exhibe en el Museo Nacional de Arte (Munal), concluye su temporada el próximo 18 de junio. Estos son los últimos días para disfrutar del diálogo abierto entre la colección virreinal del Munal con las 32 piezas del artista guatemalteco Darío Escobar, y apreciar la convivencia de la tradición artística novohispana con el arte contemporáneo. La colección de Darío Escobar, realizada entre 1998 y 2001, aborda temas actuales con sátira o humor. Se pueden encontrar piezas hechas con vidrio, acero, bronce y caucho, entre otros materiales.
En el marco de esta exposición se editó un catálogo como testimonio del corpus curatorial de la muestra, con textos de Michel Blancsubé, Dan Cameron, Julia Buenaventura, José Luis Falconi, Javier Payeras y Thomas B. F. Cummins. Darío Escobar presenta, a través de esta edición bilingüe, una muestra donde los objetos de la vida cotidiana se transforman, invitando al lector a reflexionar sobre los diálogos, contraposiciones y significados que encuentran espejo con el arte barroco novohispano.
La muestra inicia con una instalación en el vestíbulo del antiguo Palacio de Comunicaciones y Obras Públicas, donde el acero y el vidrio de Escobar se miran en el proyecto arquitectónico porfiriano de Silvio Contri.
Tres monopatines con preciosistas repujados en plata conviven con los ángeles de Baltasar de Echave Orio, Luis Juárez y José Juárez. Las figuras Anverso y reverso y Esfera No. 1 anuncian como “rompimiento de Gloria” el diálogo entre la Tierra y lo celeste, y se elevan sobre pinturas que formaron parte del retablo mayor de la Iglesia de Santiago Tlatelolco. Asimismo, Kukulkán I replica el movimiento de los cortinajes marianos, y el paño de pureza de Jesús incide en el Ecce Homo II de una camiseta de poliéster con pigmentos que presentan símbolos mesiánicos de la cultura contemporánea.
La instalación de caucho vulcanizado, acero y bronce, titulada Quetzalcóatl, alude a las cosmogonías prehispánicas y a los reptiles apocalípticos de las pinturas de Baltasar de Echave Ibía y Alonso López de Herrera. Finalmente, en la sala dedicada a José Juárez se encuentran los relatos de las vidas de santos y martirios con los bumpers cromados que siguen el movimiento curvo y ascendente que normó la plástica y el universo del barroco. Concluyen dos raquetas de ping-pong con elaborados patrones de acanto y la presencia del Agnus Dei o Cordero místico, que eleva la mirada del espectador hacia la promesa de vida eterna para los niños Justo y Pastor.
El joven expositor de origen guatemalteco estudió arquitectura, lo que implicaba interesarse en las ricas tradiciones civiles y religiosas de herencia virreinal. El artista solicitó su admisión a un programa de conservación arquitectónica de la Real Academia de San Fernando en Madrid, España. Sin embargo, al llegar a la ciudad europea, se enteró que, por error, no había llenado los documentos correctos y había sido aceptado en un programa de estudio distinto: el de conservación de pintura y escultura.
Esta situación lo llevó a adentrase en el aprendizaje de las técnicas de creación de imágenes coloniales. Su compromiso con la restauración de pinturas, esculturas y metalistería le permitió comprender las complejidades y las posibilidades del arte barroco, así como la vinculación del sujeto con la cultura de masas, la elaboración de las nuevas identidades en función del consumo y el cuestionamiento de lo popular y lo culto.
Darío Escobar ha exhibido su obra en ciudades de América Latina, Estados Unidos y Europa, la cual lo ha hecho acreedor a distinguidos reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Artes Plásticas Carlos Mérida, del Ministerio de Cultura y Deportes (MCD) de Guatemala. El Museo Nacional de Arte se ubica en Tacuba No. 8, Centro Histórico. Horario de visita, de martes a domingo de 10:00 a 18:00 horas; domingos, entrada libre a todo público.