En el último trimestre de 2022, la economía mexicana alcanzó niveles de actividad económica históricos y creció 3.1% anual, a pesar de un entorno externo complejo y volátil. El crecimiento estuvo respaldado por el dinamismo de la demanda interna, principalmente por el consumo privado, que registró un aumento anual de 6.5%, superior a su promedio histórico de 2.7% anual. Este incremento fue el resultado de un sólido mercado laboral, que al cierre de 2022 tuvo la tasa de desempleo más baja desde 2005. La política de estímulos al precio de los combustibles en 2022 contribuyó a mantener la inflación en 7.8% anual, evitando un incremento adicional de cuatro puntos porcentuales. De esta manera, al finalizar 2022, la inflación de nuestro país mostró un desempeño favorable en comparación con otras economías de la región, que registraron tasas de inflación de dos dígitos.
En cuanto a las finanzas públicas, se registraron déficits fiscales moderados y niveles sólidos de ingresos. La deuda pública alcanzó 49.5% del PIB, posicionando a México entre los países emergentes con menor deuda y endeudamiento acumulado entre 2018 y 2022. Se espera que continúe el ritmo positivo de la economía mexicana en los próximos años, impulsado por la sólida demanda interna, altos niveles de empleo, inversión pública en infraestructura estratégica y el efecto de la relocalización de empresas en la inversión privada.
En este sentido, se anticipa que la economía crecerá en 3.0% en 2023 y 2024, con rangos que van de 2.2 a 3.0% para el año en curso y de 1.6 a 3.0% para 2024. En el caso de 2023, no se modifica la estimación puntual presentada en el Paquete Económico 2023 debido a que los supuestos sobre el comportamiento de la economía global se mantienen. No obstante, el nivel mínimo de crecimiento se ajustó al alza, pasando de 1.2 a 2.2%, mientras que la media del pronóstico pasó de 2.1 a 2.6% como resultado del buen desempeño de la economía mexicana que da un piso de crecimiento mayor. El consumo privado continuará beneficiándose de un sólido mercado laboral y mejores condiciones de trabajo. Esto se debe a las reformas laborales implementadas desde el inicio de la administración actual, que incluyen la eliminación del outsourcing, la incorporación de las trabajadoras del hogar a la seguridad social, el aumento en los días de vacaciones y un incremento acumulado de 90.0% en el salario mínimo real desde 2018. Además, se han realizado modificaciones al sistema de pensiones, reduciendo las semanas cotizadas para acceder a una pensión.
La inversión pública continuará mostrando una trayectoria positiva, contribuyendo al crecimiento económico con proyectos clave como el Tren Maya y la carretera Oaxaca-Puerto Escondido que se inaugurarán este año. Además, se continuarán destinando recursos para mejorar la conectividad de todo el país, aprovechando el renovado interés por invertir en México. La inversión privada será una fuente complementaria del crecimiento económico de México, lo cual favorecerá mayores volúmenes de exportaciones y empleos de calidad con salarios competitivos. Se estima que el fenómeno de la relocalización de empresas aportará hasta 1.2 puntos porcentuales adicionales al PIB de manera permanente.
A pesar de la incertidumbre sobre la actividad económica de Estados Unidos y su producción industrial, para 2023 y 2024 se espera que el crecimiento de los sectores y regiones más vinculados con México se mantenga. Además, el dinamismo del mercado laboral en ese país favorecerá la continuidad de los flujos de remesas hacia México. En finanzas públicas, México mantendrá una posición sólida hacia el cierre de la administración. Se han registrado ganancias permanentes en la recaudación tributaria; prueba de ello es que los ingresos tributarios sin IEPS de combustibles aumentaron 1.4% del PIB entre 2018 y 2022. Además, se ha rediseñado la política de gasto para reducir las brechas sociales e impulsar la inversión en infraestructura, al tiempo que se rompió la tendencia de crecimiento acelerado del endeudamiento observada en administraciones anteriores.
Se estima que en 2023 la deuda pública de México alcanzará el 49.9% del PIB y se mantendrá constante en 2024. Este nivel implicaría un incremento total de 15.5% real durante la administración actual, menor al promedio observado en las tres administraciones anteriores de 28.9%. Si se hubiera mantenido el ritmo de crecimiento anterior, la deuda habría alcanzado el 55.6% del PIB, superando en 5.8 puntos porcentuales el nivel actual.
Se prevén déficits presupuestarios de 3.7 y 2.7% del PIB para 2023 y 2024, respectivamente. En 2023, el déficit primario será de 0.1% del PIB y en 2024 se espera un superávit primario de 0.7% del PIB. Los Requerimientos Financieros del Sector Público alcanzarán este año 4.2% del PIB y 3.2% el siguiente, lo que implica una reducción de 1 pp del PIB. Para 2023, se espera un incremento real anual de 0.7% en los ingresos presupuestarios del Sector Público, impulsados por un crecimiento real de 13.6% en la recaudación tributaria, principalmente. En 2024, los ingresos serán un 2.8% mayores en comparación con la estimación para 2023.