La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), lleva a cabo la recatalogación de las colecciones arqueológicas provenientes de la antigua Ceramoteca del Museo Nacional de Antropología (MNA), así como de las extintas bodegas de la Dirección de Monumentos Prehispánicos y del acervo de Alfonso Reyes.
Alojadas en el Departamento de Colecciones Arqueológicas Comparativas (DCAC) desde 1992, y otras que llegaron en 2013, bajo la dirección de Sara Carolina Corona Lozada, se han registrado 921 de estas, las cuales abarcan de 1935 a 2000 y pertenecen a proyectos avalados por el Consejo de Arqueología del INAH. Lo anterior representa avance de 90% del inventario general que, de manera paralela, se ha canalizado a una base de datos digital libre para la consulta de investigadores interesados.
Como parte de dicho inventario, las y los arqueólogos Wendy Patricia Osorio Ceme, Edgar Israel Mendoza Cruz y Zahira Arlette Arias Ramos localizaron objetos acopiados por investigadores eméritos del INAH, como Román Piña Chan, cuya colección cerámica data de 1942 y corresponde al sitio de Jaina, en Campeche. Destaca, a su vez, material lítico de Ángel García Cook del que no se tenía procedencia; sin embargo, gracias al estudio del libro Análisis tipológico de artefactos, los especialistas identificaron que algunas puntas de proyectil las acopió en Tepeapulco, Hidalgo, hacia 1963, y luego las catalogó para dicha publicación en 1967.
Otra de las colecciones importantes es la de Otto Schöndube Baumbach, integrada por figurillas antropomorfas y zoomorfas recabadas durante los años 60, en la comunidad de Tamazula, Jalisco, y representan los primeros registros arqueológicos sobre poblaciones del occidente mexicano. Mención especial es el acervo de Emilia Florencia Jacobs Müller, cuya colección es la más antigua del departamento y proviene de Huexotla, Estado de México (1935). Contiene, además, material de donación que le hicieron Wilfrido Du Solier Mc. Gregor, como parte de sus trabajos en El Tajín y Tres Zapotes (1937); y Matthew Williams Stirling, con piezas del Golfo halladas en 1940, catalogadas por ella en 1960.
Del arqueólogo Charles Di Peso se cuenta con una colección proveniente de Paquimé, catalogada por Beatriz Braniff Cornejo, en 1968. De Alberto Ruz L’huillier hay una libreta de apuntes y cerámica de Edzná y Kabah, Campeche, cuyos materiales fueron clave para la elaboración de los catálogos cerámicos mayas de Anna Osler Sheppard y María de la Cruz Paillés Hernández. De Jorge Ruffier Acosta hay material de Tula, Hidalgo, de estilo Coyotlatelco, sin datación; de Wilfrido Du Solier se cuenta con pulidores de pedernal, separadores de obsidiana verde y material malacológico, conchas principalmente, vinculadas con la Isla de Sacrificios, Veracruz. Asimismo, se tiene una colección extranjera, relativa a objetos líticos del Puerto de Cádiz, España, donados a José Luis Lorenzo Bautista.
El DCAC está dividido en almacén, ceramoteca, litoteca y un área denominada “otros materiales”, en la cual se integran elementos orgánicos y de metal. La nueva catalogación agrupa las colecciones por región geográfica. A cada caja se le asignó un nuevo cedulario que incluye número de colección, área de resguardo, subárea, procedencia, sitio arqueológico, investigador que generó el acervo y la fecha del proyecto o de la primera catalogación.
En esta tarea también se ha asignado un color a las cajas para ubicar con mayor facilidad las colecciones: verde para el área maya, Oaxaca y Guerrero; rojo para el occidente mexicano, la Huasteca y norte; azul para la Costa del Golfo y el Altiplano Central, y el morado para el material extranjero. Dado que el acervo de Florencia Müller no corresponde a un área geográfica, se le dio el color rosa. Los materiales pasan por un registro donde se preserva la cédula original, cambio de bolsa, el reemplazo de caja de cartón por una de plástico, limpieza, medición de objetos con gran volumen, registro fotográfico, embalaje y acomodo en el almacén.