El Jardín Escultórico del MAM, espacio accesible e inclusivo del proyecto Chapultepec, Naturaleza y Cultura

En el marco del proyecto prioritario del Gobierno de México, Chapultepec, Naturaleza y Cultura, la Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) exhiben el nuevo Jardín Escultórico en el Museo de Arte Moderno (MAM), de martes a domingo de 11:00 a 18:00 horas, con acceso libre.

La titular del área de Educación y Mediación del MAM, Marlene Lelo de Larrea, confirma que, con la inversión para la atención de infraestructura cultural existente en Chapultepec, “no solamente se restauraron las obras escultóricas; el jardín se convirtió en un lugar accesible e inclusivo desde diversas dimensiones”.

“Las obras expuestas brindan un panorama histórico de la diversidad de escultura moderna que existe en México, podemos encontrar piezas figurativas, realistas de corte nacionalista, modernas abstractas, geométricas, transitables, de grandes formatos o pequeños e, incluso, filosófica”, comenta.

Con el proyecto Chapultepec, Naturaleza y Cultura se logró la restauración e intervención preventiva de 37 esculturas. También se llevó a cabo la iluminación de bajo consumo de energía que abarca los 27 mil metros cuadrados de áreas verdes, el cual incluye iluminación especializada para las 81 esculturas, presentándose a partir de ahora como la sexta sala del museo y como exposición permanente.

El objetivo del nuevo Jardín Escultórico es caminar, contemplar y acercar a las y los visitantes a las obras que más les agraden, para que conozcan más acerca de la propuesta del artista.

“Actualmente, ingresar al jardín no tiene costo, es de entrada libre, además, se invirtió en recursos de accesibilidad motriz, rampas, las guías podotáctiles para personas con discapacidad visual, recursos de comunicación con códigos QR, en las que se puede acceder en lectura fácil a todas las cédulas de las esculturas en diversos idiomas, diseñados para la comprensión de las infancias o de personas con neurodivergencias, como el autismo”.

Todos estos recursos que ofrecen la Secretaría de Cultura federal y el Inbal, a través del MAM, buscan que el Jardín Escultórico y el recinto sean un espacio accesible y disfrutable para todas las edades, además se brinda información para las y los académicos o personas jóvenes, con el objetivo de no dejar a nadie atrás.

Lelo de Larrea añade que el MAM cuenta con un equipo profesional que se congrega en un Voluntariado que inmediatamente da servicio y apoyo a las personas que desean hacer un recorrido a cualquier espacio del recinto.

La responsable del Voluntariado, María Ortiz, expresa que “no solamente es una labor filantrópica, tenemos el privilegio de contar con información exclusiva sobre las obras del museo, y la informalidad aparente en el trato con el público es un elemento crucial para acercar a las y los visitantes a las propuestas artísticas; en este momento se cuenta con el apoyo de 15 personas profesionales en diversas especialidades del arte”.

Entre las esculturas expuestas se encuentra la Serpiente de el Eco, de Mathías Goeritz, obra que por años se convirtió en el logo que daba identidad al MAM; El pájaro de dos caras, de Juan Soriano; Kalikosmia (El hombre y el plástico), una propuesta de 1967 que da alternativas sustentables en el uso y aprovechamiento de la fibra de vidrio, propuesta muy avanzada, para su tiempo, del arquitecto Juan José Díaz Infante; y el Río Papaloapan, de Angela Gurría, entre otras.

Caminando a la derecha, sobre la línea amarilla, se contempla El templo de los deseos o Fuente, del artista japonés Kiyoto Ota; Mujer con la cabeza levantada, de Waldemar Sjölander; Siluetas, de Luis Ortiz Monasterio; Atado, de Eduardo Tamariz, o Géminis, de Salvador Manzano; estas obras se pueden apreciar incluso desde la avenida Reforma.

Todas las esculturas están colocadas en un circuito alrededor de las salas del MAM, sobresalen piezas como: La máquina enamorada, de Ana Pellicer; La Ola, de Vicente Rojo; Ovi, de Hersúa (Manuel Hernández Suárez); La familia, de Frank Kyle Black; Las dos esperanzas, de Francisco Zúñiga; La jaula de las palabras, de Gelsen Gas; Mujer sentada, de Tomás Chávez Morado; además de una serie de esculturas que manifiestan la maternidad de Tosia Malamud o El barco México 68, de Manuel Felguérez.

La colección de piezas del MAM se empezó a integrar a partir de las Bienales de escultura organizadas por el Inbal en los años sesenta del siglo pasado y con el tiempo aumentó en comodatos o donaciones. Cabe señalar que durante la gestión de Helen Escobedo como directora del recinto (de 1982 a 1984) se reacomodaron las obras en el Jardín.

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