La Orquesta Sinfónica Nacional dedicó concierto a “mujeres poco comunes” y a “hombres apasionados”

Conducida por el director huésped suizo Emmanuel Siffert, la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) ofreció la primera sesión de su Programa 6 de la Segunda Temporada 2022 en la que sus protagonistas fueron “mujeres poco comunes” y “hombres apasionados”, en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes.

Y es que el programa de esta ocasión estuvo formado por la Fanfarria para la mujer poco común núm. 1, de la compositora estadounidense Joan Tower (1938), así como por el Concierto para piano núm. 20 en Re menor, K. 466, de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) y la Sinfonía núm. 4 en Re menor, Op. 120, de Robert Schumann (1810-1856), ambas obras escritas en una tonalidad poco común, pero ligada generalmente a un carácter contemplativo, apasionado, casi religioso.

El concierto inició de manera sorprendente con la presencia en el escenario únicamente de la sección de aliento-metal de la orquesta, de tal forma que trombones, trompetas, cornos y tuba y un percusionista entonaron durante tres minutos, de una manera por demás festiva, la Fanfarria para la mujer poco común.

Se trató de una obra dedicada “a las mujeres que corren riesgos y que son temerarias”, según escribió la propia autora en su momento, y que forma parte de un proyecto que reúne seis fanfarrias dedicadas a conmemorar a las mujeres. Esta primera obra se ha convertido, desde su estreno en 1986, en “una histórica afirmación musical feminista”. La compositora estadounidense es ella misma, una mujer empoderada y reconocida tanto por colegas y público del mundo.

Tal parece que lo anterior dio entrada a la presencia de otra mujer empoderada en el escenario: la joven pianista Argentina Durán, quien participó como solista invitada en el Concierto para piano núm. 20 en Re menor, K. 466, de Mozart, una de las pocas obras de este autor compuestas en “una tonalidad menor”, pero que de cualquier forma le da “una componente dramática difícilmente superada en otras obras puramente instrumentales de Mozart”, se anota en el programa de mano.

Dicha obra concitó un intenso diálogo entre la orquesta y la pianista, quien “vestida de fuego” y sin partitura al frente, a pura memoria, transitó el ambiente oscuro y tenso del primer movimiento y culminó con un rondó brillante y juguetón. Mención especial merece el encore que ofreció la pianista ante el aplauso del público: un sorprendente arreglo para piano del Danzón núm. 2, del compositor mexicano Arturo Márquez, que le ganó aplausos, vítores y rosas.

El debate histórico acerca de la “tonalidad menor” se mantuvo en el escenario con la Sinfonía núm. 4 en re menor, Op. 120, de Schumann (1810-1856), que cerró el programa. Cabe recordar que este compositor se cuestionaba si un sentimiento se puede expresar musicalmente a través de una tonalidad específica o puede expresarse con cualquiera otra. Clara Schumann, esposa del compositor, al escuchar que su marido componía esa sinfonía en Re menor, comentó: “… Sé que otra obra está tomando forma en el fondo de su alma”.

Esta obra marcó prácticamente el punto más álgido del Programa 6 de la OSN, y refrendó lo que alguna vez otro gran compositor, Johannes Brahms (1833-1897), escribió acerca de esta obra: “Es un verdadero placer ver algo tan espontáneo y brillante expresado con tanta gracia y facilidad (…) Todo es tan natural que es imposible imaginarlo de modo diferente. No hay colores duros, no hay efectos forzados”. Así cerró una noche muy especial, con la intensidad de compositores y artistas invitados.

 

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