La población debe estar consciente que vivimos en una zona sísmica y que es necesario prepararnos para convivir con los temblores; el hecho de que ayer, a las 13:05 horas, se registrara un sismo de 7.7 grados es una desafortunada coincidencia, porque los movimientos telúricos no se pueden predecir, coincidieron expertos del Servicio Sismológico Nacional (SSN), operado por la UNAM, y del Servicio Mareográfico Nacional, también de esta casa de estudios.
En conferencia de prensa a distancia, realizada en las instalaciones del SSN, ubicado en el Instituto de Geofísica (IGEO), Luis Quintanar Robles, secretario Académico de esta entidad, detalló que el sismo se suscitó en un sitio cercano al lugar donde el 19 de septiembre de 1985 ocurrió otro temblor de 8.1, cercano a la región de Colima. En esta ocasión se trató de un sismo de subducción -localizado a 63 kilómetros al sur de Coalcomán, Michoacán- donde la Placa de Cocos se desplazó bajo la Placa Norteamericana, por lo que dadas sus características es probable que produzca réplicas. Las pequeñas sacudidas continuarán en los próximos días; sin embargo, solo se percibirán en la zona próxima al epicentro.
“Desde el punto de vista estrictamente técnico no existe certeza de que los sismos ocurran el mismo día, lo que sí se puede decir es que se disparan, generalmente, por la liberación de esfuerzos (en la tierra); por ejemplo, si consideramos que el 14 de septiembre pasado hubo un sismo de magnitud 5 en la zona de Guerrero, en la región de Petatlán, es posible que haya liberado algunos esfuerzos que facilitaron el movimiento entre las placas tectónicas y disparado este sismo”, destacó Quintanar Robles.
A su vez, Víctor Hugo Espíndola Castro, investigador del Grupo de Análisis e Interpretación de Datos Sísmicos del SSN, coincidió en que el hecho de que tres sismos importantes ocurrieran en la misma fecha -1985, 2017 y 2022- es una desagradable coincidencia. La probabilidad de que eso ocurriera era pequeña, “como sacarse la lotería tres veces seguidas o una vez cada cuatro años”.
Al hacer uso de la palabra, Octavio Gómez Ramos, jefe del Servicio Mareográfico Nacional, reportó que las costas de Manzanillo fueron las más afectadas por la generación de olas tipo tsunami, al alcanzar hasta 124 centímetros de altura. La estación de Zihuatanejo registró olas de hasta 82 centímetros, mientras que en Puerto Vallarta fueron de 42 centímetros de amplitud y en Acapulco alcanzaron 27.9 cm.