Médicos especialistas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) realizaron el primer trasplante a nivel nacional de un donador positivo a COVID-19 en la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) No. 25, en Nuevo León, para salvar la vida de una niña de 12 años, cuyo pronóstico de vida no rebasaba las 72 horas si no recibía un hígado nuevo.
A dos horas de haber sido decretada “Código 0”, clasificado como una “Urgencia Nacional”, por el Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra), apareció una esperanza de vida para Sofía, de 12 años. Sin embargo, había un obstáculo: el donador había resultado positivo a COVID-19.
La UMAE No. 25 se encontraba frente a un nuevo reto: el equipo multidisciplinario de especialistas analizó el protocolo internacional para determinar la viabilidad de colocar en la niña un órgano donado por un paciente con muerte cráneo-encefálica, pero con una prueba positiva a SARS-CoV-2.
El jefe de División de Trasplantes del hospital, doctor Gerardo Luna López, explicó que la pequeña Sofía padecía el síndrome de Alagille, enfermedad hereditaria poco frecuente que causa múltiples afecciones, principalmente al hígado, donde se produce cirrosis, misma que lleva a una falla hepática.
En los exámenes del donador aparecía un diagnóstico positivo a COVID-19, pero las características de peso, talla y hasta grupo sanguíneo eran compatibles con la receptora.
“Sabíamos que no íbamos a encontrar otra oportunidad como esta”, comentó el doctor Luna López, al indicar que a la paciente le pronosticaban un máximo de 72 horas de vida.
El comité de trasplantes de la UMAE No. 25 se abocó a analizar el costo-beneficio de dicho trasplante. Aunque era positivo a COVID-19, el donante se había mostrado asintomático, su carga viral no era de alta contagiosidad y su muerte fue por una razón distinta: una lesión neurológica grave.
Finalmente, la cirugía resultó un éxito porque no dejó datos de infección viral en la receptora ni en los cirujanos, y marcó un precedente en la historia del IMSS en todo el país.