La epilepsia es el principal motivo de consulta en los servicios de neurología del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste). Este padecimiento tiene muy altas posibilidades de control mediante tratamiento farmacológico; sin embargo, la estigmatización hacia los pacientes causa daño psicológico y desfavorece su integración social, informó el director general, Pedro Zenteno Santaella.
En el marco del Día Internacional de la Epilepsia, enfermedad cerebral crónica no transmisible, el Issste exhorta a la población a erradicar la estigmatización y discriminación de pacientes y sus familias, así como a generar empatía y solidaridad con las personas para mejorar su calidad de vida, afirmó el director general, Pedro Zenteno Santaella.
La jefa del Servicio de Neurología del Centro Médico Nacional “20 de Noviembre”, Lilia Núñez Orozco, afirmó que aún en la actualidad persisten prejuicios sociales que asocian la epilepsia con la brujería; también se cree que quienes la padecen tienen retraso mental o conductas peligrosas, lo cual no es verdad en la mayoría de los pacientes, pues sólo un porcentaje mínimo desarrolla complicaciones cognitivas y psiquiátricas importantes:
“La discapacidad más grave que afecta a quienes viven con epilepsia es la psicosocial, debido a que la sociedad les limita porque piensan que son incapaces, lo cual es falso; desafortunadamente, algunos pacientes terminan por creer que no pueden hacer una vida normal.”
Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelan que la epilepsia afecta a 50 millones de personas en el mundo, por lo que el instituto se suma a la comunidad internacional para contribuir a mejorar sus condiciones generales de vida, adicionales a su tratamiento médico.
Padecer epilepsia no es algo diferente a quienes tienen diagnóstico de cualquier otra enfermedad crónica como hipertensión o diabetes; los pacientes con epilepsia toman tratamiento para su control y tienen derecho a educarse, trabajar y a vivir con plenitud. “Queremos concientizar a la gente de que la persona con epilepsia es como cualquier otra y no se le deben negar las oportunidades porque no hay razón para ello”, puntualizó la neuróloga Lilia Núñez.
Informó que la epilepsia es un desarreglo eléctrico en el cerebro; por lo tanto, es una enfermedad física. Provoca una especie de corto circuito espontáneo que da lugar a crisis epilépticas con diversos síntomas, desde leves y sutiles hasta graves y aparatosos. Estas crisis se presentan periódicamente y de forma impredecible, ocasionan un fenómeno brusco al inicio, con una duración muy corta.
Hay muchos tipos de crisis, y los síntomas de presentan dependiendo de la zona del cerebro donde ésta se produce, explicó la especialista. Puede afectar las zonas motoras y producir convulsiones, caídas, sacudidas en algunas partes del cuerpo o reflejos autómatas como movimientos sin un objetivo.
Otras veces las descargas afectan zonas sensitivas y las crisis son más sutiles, se presentan en forma de olores, colores, sensaciones, breves instantes de ausencia; cuando la crisis afecta la parte cerebral de la memoria, se presenta un fenómeno que algunas personas denominan dejá vu, es decir, hay quienes tienen la sensación de que han vivido ya una experiencia con anterioridad.
El ataque generalizado tónico clónico –convulsión que compromete todo el cuerpo-, es el tipo de crisis más conocida: la persona pierde la consciencia, puede emitir un grito, el cuerpo se pone rígido y luego sacude brazos y piernas de manera rítmica; sin embargo, este ataque no se presenta en todas las personas con epilepsia.
Cuando las crisis suceden en varias ocasiones a una persona, a eso le llamamos epilepsia, puntualizó.
Existen múltiples factores que pueden causar epilepsia: genéticos, malformaciones del desarrollo del cerebro que suceden durante la gestación, secuelas de infecciones padecidas en edades tempranas, golpes en la cabeza que dejan lesiones con cicatrices y un grupo de epilepsias de causa desconocida, detalló.
Cualquiera que sea el motivo, en la mayoría de los casos este padecimiento puede controlarse al cien por ciento si se prescribe el tratamiento apropiado a base de fármacos antiepilépticos, que modifican la funcionalidad de las neuronas y frenan las descargas eléctricas anormales; para lograrlo es necesario que los pacientes tomen el tratamiento estrictamente en horarios establecidos y por un tiempo largo, por lo menos cuatro años después de la última crisis, concluyó.