UNIVERSITARIO GANA PREMIO PROFOPI POR COMPUESTO QUE DETIENE CÉLULAS CANCERÍGENAS

Casi 30 mil mujeres y hombres mexicanos padecen cáncer de mama y para 2040 la cifra podría aumentar a más de 45 mil; en tanto, cerca de dos mil personas presentan cáncer de piel y se estima que en los próximos 19 años llegaría a tres mil 400, de acuerdo con el Observatorio Global de Cáncer.

Ante esta realidad y para combatir la enfermedad, el investigador del Instituto de Química, Federico del Río Portilla, junto con su equipo de trabajo, elaboró una formulación –con veneno de alacrán– que evita el proceso conocido como metástasis, es decir, la propagación hacia otros órganos, lo que dificulta su tratamiento.

El científico universitario explicó que el compuesto, por el cual mereció el Primer Lugar del premio que otorga el Programa para el Fomento al Patentamiento y la Innovación (PROFOPI) de la UNAM, no elimina las células cancerosas. Con base en pruebas de laboratorio (usando líneas celulares y modelos animales) la innovación evita la invasión.

Hasta donde hemos visto debe haber una serie de características especiales para que haya un efecto de cito-toxicidad, pero no aquí, no es un veneno para las células. Si logramos evitar la migración, esto es relevante porque quieres mantener controlado el cáncer; te lo inyectas, no tiene efectos negativos en tu cuerpo, pero a las células cancerígenas las está frenando, señaló.

El experto detalló que casi todas las células tienen “poros” llamados canales iónicos por donde se alimentan con sales, potasio o calcio. En el caso de las cancerosas varias utilizan una ruta de “escape” relacionada con el potasio o SK3, que permite la migración.

 

Del Río Portilla y su equipo se enfocaron en este canal para bloquearlo mediante una nueva terapia basada en tamapina, un compuesto extraído del veneno del alacrán Mesobuthus tamulus.

El investigador aclaró que si bien en 2016 grupos coreanos patentaron el origen de la tamapina, ésta se produce con una toxina del alacrán rojo, que no tiene nada que ver con el azul, cuyo veneno se usa como anticancerígeno en Cuba.

“Nosotros lo que hicimos fue modificar la tamapina para que no bloquee el canal SK2, sino el canal SK3, que es el relacionado con cáncer, porque si lo inhibo algunas células cancerígenas ya no migran”, acotó Del Río Portilla.

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Federico del Río PortillaObservatorio Global de Cáncer.UNAM
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