Los buques de investigación oceanográfica de la UNAM “Justo Sierra” y “El Puma” cuentan con sistemas hidroacústicos multihaz, que abren la oportunidad de contribuir a los objetivos de la década de los océanos y la posibilidad de intercambiar datos y observaciones con la comunidad nacional e internacional.
Por tal motivo, técnicos académicos de la UNAM y personal de las tripulaciones de ambos participaron en el curso sobre la “Operación de los Sistemas Hidroacústicos de los Buques Oceanográficos” que impartió la empresa Kongsberg Maritime de México. El curso teórico fue en línea, mientras que el práctico se llevó a cabo a bordo del “Justo Sierra”, navegando 5 días en el Golfo de México, en donde participaron técnicos y tripulación.
De acuerdo con Ligia Pérez Cruz, titular de la Coordinación de Plataformas Oceanográficas (COPO), de la Universidad Nacional e investigadora del Instituto de Geofísica, estando en alta mar, los nueve técnicos realizaron la adquisición de datos de batimetría, frente a las costas del estado de Veracruz, a una profundidad de entre mil y tres mil metros, y obtuvieron la cartografía del área.
Actualmente el Justo Sierra cuenta con sistemas hidroacústicos que le permiten realizar levantamientos batimétricos de alta resolución, y elaborar mapas con gran detalle después de lanzar hasta 140 haces acústicos: Estos sistemas fueron adquiridos e instalados en 2017 y 2018, financiados por la UNAM y el proyecto SENER-CONACYT. Por su parte, el buque oceanográfico El Puma cuenta con sistemas multihaz y se tiene el plan de ampliar sus capacidades instrumentales en 2022.
En este contexto, refirió que actualmente se conoce de 11 a 20 por ciento de los fondos oceánicos a nivel mundial. “Hay un esfuerzo muy importante de la UNESCO para hacer la cartografía del mundo, y están participando cientos de países para lograrlo”. Es como poner una pieza en el rompecabezas del piso oceánico, haciendo cada país un mapeo local, y esperemos que se logre para el 2030.
La investigadora explicó: “un levantamiento batimétrico es la adquisición de datos de la profundidad oceánica referida al nivel del mar; lo que se conoce como batimetría, y para ello se utiliza una serie de instrumentos y equipos que permiten conocer la profundidad a través de este principio acústico, donde se transmite un pulso acústico que cuando llega el piso oceánico rebota y el equipo mide el tiempo de ida y vuelta de la señal, lo que permite conocer la profundidad del fondo marino en ese punto.”.
El conocimiento detallado del relieve, morfología y características del fondo marino proporciona un marco local y regional para las investigaciones sobre recursos pesqueros, energía, exploración y protección ambiental.
Pérez Cruz comentó que el uso de la cartografía en las investigaciones científicas es de relevancia para el conocimiento de los rasgos asociados con la dinámica geológica (tectónica de placas, cañones submarinos, transporte, etcétera), patrones de sedimentación y su relación con el cambio climático y modelado numérico de la circulación oceánica.
Asimismo, dinámica del fondo marino, mapeo de hábitats y comunidades bentónicas como los sistemas de chimeneas hidrotermales y búsqueda de pecios como parte del patrimonio cultural sumergido.
“Además de la importancia científica de la cartografía, el hecho de que haya levantamientos, fisuras y grandes profundidades en el suelo marino están relacionadas con la circulación oceánica y son útiles para estudiar las pesquerías, los sedimentos, para la industria petrolera y para la reconstrucción de rutas de navegación, así como las estructuras de las cuencas oceánicas”, detalló la experta.
Los estudios de batimetría de alta resolución requieren de infraestructura a bordo, capacidades de cómputo y software especializado para procesado y modelado de los datos, sistemas de almacenamiento digital, así como despliegue y visualización.
Se necesita contar con sistemas de posicionamiento, instrumental de sistemas hidroacústicos y, sobre todo, personal técnico con conocimientos y experiencia. Esto muestra la importancia del curso de la COPO-CIC y los retos que conlleva en los conocimientos teóricos y la campaña de operación de los equipos y de adquisición de datos.
Si bien la geografía terrestre, como el contorno de continentes, islas y cadenas montañosas se conoce desde mediados del siglo XIX, la configuración del fondo marino se desconoce debido a que no se disponía de tecnologías capaces de medir con precisión las profundidades del mar.
En la década de 1840, debido al interés científico y comercial, se impulsó el desarrollo de las investigaciones marinas y se registraron grandes progresos en la tecnología de las mediciones de profundidad en los océanos, mediante métodos de sondeo puntual de línea y plomada, así como los primeros métodos acústicos desarrollados a principios del siglo XX.
La tecnología de línea y plomada fue capaz de descubrir la mayoría de los grandes rasgos del fondo marino.