El 13 por ciento de los mexicanos padece diabetes, segunda causa de muerte, solo después de las enfermedades cardiovasculares; de ellos, únicamente 9 por ciento lo sabe y el resto se entera de manera tardía. Además, 37 por ciento de las personas tiene control adecuado, enfatizaron las expertas de la Facultad de Medicina de la UNAM, Ana Lilia Rodríguez Ventura y María del Carmen Jiménez Martínez.
En la conferencia de medios a distancia “A 100 años del descubrimiento de la insulina”, Rodríguez Ventura, pediatra endocrinóloga y profesora de Embriología Humana, alertó que en 2003 había en el mundo 194 millones de personas diabéticas y se esperaba que en 2025 la cifra se incrementara a 333 millones; sin embargo, en 2016 se registraron 422 millones.
Es, explicó, un padecimiento crónico en el cual se elevan las concentraciones de glucosa por arriba de lo normal; tiene diferentes clasificaciones: la tipo 1 es una enfermedad autoinmune, es decir, se presenta cuando el sistema inmunológico ataca a la célula beta del páncreas encargada de producir la insulina, que a su vez permite que la glucosa entre a los músculos. Se trata del cinco por ciento del total de casos, y los niños son la población más afectada, por lo que requieren inyecciones de insulina para su tratamiento.
En México, de acuerdo con la Sociedad Mexicana de Endocrinología Pediátrica, 25 por ciento de los menores registrados en instituciones padecen diabetes tipo 2, a pesar de que es prevenible. Eso es preocupante, ya que en dos años de evolución del mal la mitad de ellos puede requerir insulina, enfatizó.
De ahí la importancia de que quien tiene factores de riesgo para desarrollar diabetes, se revise. “Entre más oportunamente se detecten estados prediabéticos o el padecimiento, mejor evolución van a tener los pacientes”, destacó Rodríguez Ventura.
Expuso que la insulina es el anabólico por excelencia; su tarea es permitir que la glucosa que obtenemos de los alimentos entre en el músculo, que es el principal órgano que requiere degradar esa azúcar que se encuentra en la sangre; también le da la información al hígado para que almacene energía.
Si hay falla en la producción o la acción de la insulina, el hígado “no se entera” que la persona ya tiene suficiente glucosa y la genera; o bien, ésta no penetra en las células musculares para que pueda ser degradada.