Por segunda ocasión, la NASA probó en un vuelo suborbital dispositivos creados por investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Instituto Politécnico Nacional, los cuales son piezas clave para la construcción de un nanosatélite tipo CubeSat.
El módulo, precisó el experto del Grupo de Modelado y Simulación de Procesos, se utiliza para probar en condiciones de espacio cercano, y así evaluar y validar tecnologías de subsistemas que más adelante integrarán en satélites, los cuales, antes de ser enviados al espacio, deben ser evaluados en condiciones de vacío, temperaturas extremas y radiación cósmica.
“El desarrollo de la misión cambió un poco en sus objetivos originales, pues estaba pensada para viajar hace un año, pero a consecuencia de la pandemia se tuvo que suspender las actividades programadas para el año pasado, y esto hizo que cambiaran las condiciones en las que se realizaron los vuelos, pues no podría estar ningún miembro del equipo presencialmente cuando fuera integrado en la góndola para volar”, recordó.
Ante esta situación, los universitarios realizaron modificaciones en el plan y en vez de incluir un modelo de un satélite tipo CubeSat con paneles solares desplegables, algo muy parecido a un satélite real, cambiaron a un sistema similar pero más compacto con todo integrado que funcionara automáticamente con solo un interruptor de encendido y apagado, pues no habría ningún especialista que pudiera hacer los ajustes en el sitio, explicó.
Los equipos probados por la NASA fueron fabricados en colaboración con el Centro de Desarrollo Aeroespacial (CDA) del IPN. Se trata de una computadora de abordo, sensores de temperatura, humedad, presión ambiental, radiación electromagnética (desde luz ultravioleta hasta la visible), una unidad de medición inercial (IMU, por sus siglas en inglés), un magnetómetro, además del uso de paneles solares para captación de energía, los cuales serán útiles cuando el equipo se encuentre en el espacio.
Los equipos que probó la NASA serán parte de estos satélites y se espera que el TEPEU-1 esté en condiciones de ser puesto en órbita en un periodo de dos años y para ello se colabora también con la Universidad de Colima, el Centro de Investigación Científica y Tecnológica de Guerrero; el Colegio de Posgraduados, campus Tabasco; la Universidad Carlos III de Madrid; la Universidad Complutense de Madrid; y el Instituto de Investigación Espacial de la Academia Rusa de Ciencias.