En el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, la ONU alerta sobre las consecuencias de la desertificación y la sequía afectan al mundo, pues 23 por ciento de la tierra en el planeta no es productiva y 75 por ciento se ha transformado para ser utilizada, especialmente, para agricultura, proceso que se ha acelerado en los últimos 50 años.
El organismo internacional añadió que la degradación menoscaba el bienestar de hasta tres mil 200 millones de personas en el mundo, por lo que uno de los objetivos para el próximo decenio es que las naciones logren restaurar aproximadamente 800 millones de hectáreas, lo cual implica una superficie comparable a China.
En 2020 la ONU reportó que 55 por ciento del territorio mexicano presentaba afectación por erosión hídrica y eólica por lo que hizo un llamado a luchar contra la desertificación para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente el 15, que implica la determinación para detener y revertir la degradación de la tierra.
El estudio reciente de la degradación del suelo realizado por la SEMARNAT (en 2003), llamado “Situación del Medio Ambiente en México”, indica que 44.9 por ciento presentaba algún tipo de degradación: química, hídrica, física o eólica.
Para Víctor Orlando Magaña Rueda, del Instituto de Geografía (IG) de la UNAM, los mexicanos somos cada vez más vulnerables a las sequías, por leves que sean, debido a que no existe una cultura de cuidado del agua, pese a las graves situaciones que ha enfrentado el país por la falta del vital líquido.
El miembro de la Red del Agua de la Universidad Nacional estima necesario contar con un sistema donde los tomadores de decisiones participen junto con los académicos que estudian este problema, además de la población, a fin de aportar ideas y contribuir en las decisiones que determinen el manejo del líquido.
Magaña Rueda precisa que aun cuando se considera la sequía como falta de lluvia meteorológica, existen otros tipos: la hidrológica, que se relaciona con la cantidad de agua en embalses, represas o lagos; agrícola, la insuficiencia del líquido para el cultivo; y la socioeconómica, es decir, cuando no hay suficiente para dotar a las ciudades.
“Hoy se habla de que estamos enfrentando una sequía, porque tiene qué ver con el buen o mal manejo del agua en todos estos años en México. Si aun cuando no había sequía vivimos crisis hídricas, no debe ser sorpresa que cuando llega el estiaje no haya agua en la ciudad, y ahora imaginen cuando hay sequía”, destaca el especialista en Meteorología Tropical.
El profesor del posgrado en Ciencias de la Tierra asegura que cuando se presenta un proceso de sequía es fácil culpar a la naturaleza, sin reconocer los errores que se cometen en la forma de manejar el recurso hídrico.
Son múltiples las aportaciones realizadas por la UNAM para generar nuevo conocimiento sobre la degradación de los suelos, mediante los institutos de Ecología, Geografía, Geología y de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad. Los resultados de las investigaciones realizadas por los especialistas universitarios aportan para comprender de mejor manera el fenómeno, cómo avanza en diferentes regiones del país y presentar propuestas de solución que pueden ser aprovechadas por los tomadores de decisiones.
Igualmente, expertos del Instituto Nacional de Investigaciones, Forestales Agrícolas y Pecuarias y del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo enfatizan que técnicas de agricultura de conservación y mejoramiento tradicional de cultivos son opciones viables para hacer frente a los retos de la desertificación y la sequía en nuestro país.