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Después del derrocamiento de Victoriano Huerta, Venustiano Carranza tuvo como principal objetivo terminar con el caudillo Emiliano Zapata, quien se había convertido en una amenaza por el número de adeptos que sumaba su movimiento.
El 10 de abril de 1919 la muerte de Zapata se vio consumada en la hacienda de Chinameca, Morelos, por la traición del coronel Jesús Guajardo que le había hecho creer que era su aliado, pero le tendió una emboscada.
El medio de comunicación oficial más empleado en aquella época fue el periódico donde se reportó la muerte de Zapata la mañana del 11 de abril en las primeras planas.
El diario Excélsior destacó que la noticia llegó hasta la capital del país por medio de un telegrama donde el corresponsal en Cuautla, Morelos, informó que ‘la bandera de la revolución primero y la de la rebelión más tarde, en el Sur, fue muerto por las tropas del gobierno’.
Dicho periódico informó que el cadáver fue identificado en la ciudad de Cuautla y se detalló la manera en que Zapata logró creer en un general del gobierno, quien lo llevó a su muerte.
Las tropas del gobierno para lograr acercarse hasta el cabecilla, que siempre rehuyó todo encuentro, que siempre estuvo lejos de las balas de los soldados de la Federación, hubieron de simular que se levantaban en armas. Y ese plan concebido por la Jefatura de las operaciones en el Estado de Morelos, y que es al mando del general Pablo González, dio los resultados que se esperaban. El grupo rebelde que encabezaba Zapata cobró confianza y las tropas que seguían representando su papel de infidentes, lo obligaron a combatir, logrando darle muerte” [sic].
También destacó que el general Pablo González solicitó que el cuerpo del caudillo fuera inyectado para que aguantara un par de días exhibido en la plaza a fin de que los ciudadanos corroboraran que se trataba de Zapata.
González también mandó sacar fotografías del cadáver y remitirlas a la capital para que se difundieran en los principales periódicos.
Por su parte, el periódico El Universal, destacó que el asesinato de Emiliano Zapata fue un éxito del gobierno y de las tropas de Guajardo.
De acuerdo con dicho medio, Venustiano Carranza se enteró de la muerte del caudillo por una carta que le remitió el jefe de operaciones del Ejército en el sur, Pablo González.
En la misiva, el general informó al presidente de México que el cuerpo de Zapata llegó a Cuautla a las 21:30 horas.
Emiliano Zapata, el jefe rebelde más tenaz de la región suriana, ha muerto ya; el zapatismo, sin su viejo hombre-bandera, ha terminado, y definitivamente vendrá, a la extensa y feroz región de donde imperó, el pánico y el crimen, la deseada tranquilidad de todos. Morelos, Guerrero y Puebla, que sufrieron tanta tenacidad y perjuicios tanto de los alzados verán pronto extinguida formalmente la amenaza de sus intereses y la inseguridad de sus vidas” [sic].
Después de que el cadáver fuera preparado por médicos militares, El Universal informó que más de tres mil personas pudieron acercarse a él y constatar que se trataba de Emiliano Zapata.
El corresponsal de dicho periódico aseveró que con la muerte del caudillo se extinguió el zapatismo que radicaba en la zona.
El Universal mencionó en sus páginas del 13 de abril que el cuerpo de Zapata fue inhumado el 12 de abril a las 17:10 horas en el panteón de la ciudad de Cuautla, donde se dieron cita miles de pobladores cercanos.
Con información de Excélsior, El Universal y MSN.
Fotografía tomada de INAH.