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Ciudad de México. 13 de enero de 2019.- La apertura de la exResidencia Oficial de Los Pinos al público desató una polémica por la ausencia de muebles, obras de arte, edredones o los cubiertos antiguos de la época de Porfirio Díaz, entre otras cosas. Estos se habrían incluido en el proceso de entrega y recepción, según la administración anterior, aunque falta conocer una auditoría para depurar la lista de los supuestos faltantes y deslindar cuáles objetos pertenecen al gobierno y cuáles eran del menaje privado de Enrique Peña Nieto.
Pero, de acuerdo con información de Sin Embargo, algo que posiblemente nunca se va a encontrar –por lo menos en Los Pinos– es el famoso Lincoln 76, uno de los autos que trasladaba a los presidentes después de tomar posesión o en los Informes de Gobierno.
A través de 40 años, un sinfín de fotografías dan cuenta de que el Lincoln 76 fue parte protagónica de las dos ceremonias mencionadas. En ellas aparece descapotable, sobrio, reluciente. En él, los mandatarios iban de pie, mientras se abrían paso entre una multitud y los cubría una lluvia de confeti tricolor.
El Lincoln 76 perteneció al inventario de los mexicanos. No sólo como posesión de la casa de Los Pinos; sino como objeto en su cultura política. Cuando desapareció de la escena ya no era el mismo. El automóvil vivió en paralelo el declive de la fiesta del Informe.
En 2006, El Universal publicó que el Lincoln 76 llegó a Los Pinos como un regalo del presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter (1977-1981). A partir de entonces, sirvió para llevar a José López Portillo (1976-1982), Miguel de la Madrid (1982-1988) y Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) cuando rindieron sus Informes de Gobierno.
En aquellos Informes se suspendían las labores, el presidente pronunciaba un discurso –¡a veces de más de cinco horas!– y luego era transportado en el Lincoln 76 de la Cámara de Diputados a Palacio Nacional.
A Ernesto Zedillo (1994-2000), este auto sólo lo paseó en su toma de posesión en 1994 en las calles aledañas al Palacio Nacional. Sin saberlo, esa fue la última vez que los mexicanos vieron al Lincoln 76 que con el paso del tiempo se envolvió en leyenda y misterio.
–¿Y el Lincoln 76? –preguntó VICE a un guardia de Los Pinos, durante una visita a la galería histórica del Estado Mayor Presidencial (EMP).
–Lo único seguro es que aquí no está.
Mientras los presidentes y sus familias la habitaron, Los Pinos –hoy convertida en espacio cultural– estuvo custodiada por dispositivos de seguridad que a veces se extendían varias calles a la redonda. En torno a la Residencia, muchas veces hubo muros que restringían el tránsito con tal de resguardar al presidente y a todas las personas que vivían con él.
El acceso para los ciudadanos era negado por completo. Tampoco había una obligación legal para que el mandatario informara del mobiliario. De modo que Los Pinos, enclavada en el bosque de Chapultepec, se convirtió en una residencia inaccesible y opaca: jamás se supo con certeza lo que había dentro, ni lo que llegaba o salía.
Tomando en cuenta la contundencia de las imágenes en la hemeroteca, el Lincoln 76 siempre existió, pero si se atienden los registros de la Presidencia, en los que no aparece ni por asomo, nunca estuvo ahí.
En 2008 se extendió una solicitud de información sobre el Lincoln 76, que hoy es posible consultar en los archivos del Instituto Nacional de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), el comité de transparencia de la primera magistratura declaró ‘inexistente’ la posesión del automóvil.
En este periodo gobernaba Felipe Calderón, y fue cuando el EMP respondió que jamás había tenido bajo su resguardo ningún automóvil con esas características. A su vez, la Dirección General de Recursos Materiales y Servicios Generales, mediante un oficio, expuso que tampoco contaba con registro alguno del coche.
Sin Embargo informó que tampoco aparece en el reporte más actualizado sobre el parque vehicular del EMP, contenido en los archivos de Los Pinos. En la lista se encuentran 215 vehículos. El modelo más antiguo es un Mercedes Benz 1959 adquirido en 2005 en el gobierno de Vicente Fox, sin que su costo haya sido registrado, porque fue donado por una instancia de la misma Presidencia. El más caro es un Ford blindado 2001 adquirido el mismo año a un costo de un millón 725 mil 129 pesos.
No hay, en Los Pinos, un documento que acredite su venta, si es que así ocurrió. De modo que, de manera oficial, no quedó registro de quién lo compró ni cuándo ni en cuánto.
El Universal publicó en 2008 que el auto había aparecido en el Gran Concurso Internacional de la Elegancia en Huixquilucan, Estado de México, que convoca cada año a coleccionistas de automóviles, pero expuso que ni siquiera en ese evento fue revelado el nombre del dueño del coche.
1994 fue un año caótico para México: el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas; el asesinato del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Presidencia, Luis Donaldo Colosio; y el llamado error de diciembre, que desembocó en una crisis financiera. El ánimo no estaba para aplaudirle al presidente. Y entonces, para el primer informe de Zedillo, en 1995, el recorrido en en el Lincoln 76 fue cancelado.
El último Informe de Gobierno de Vicente Fox (2006) rompió con el protocolo, porque el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se manifestó en San Lázaro y le impidió llegar a la tribuna, acusándolo de apoyar al candidato panista Felipe Calderón. En 2005, Fox había dado el discurso a la nación más corto de la historia, con apenas 65 palabras, debido a que la oposición le impidió extenderse, a golpe de interpelaciones. En las dos ocasiones, no hubo ningún honor a su investidura, ni antes ni después.
En 2007, Felipe Calderón entregó su Primer Informe de gobierno de forma escrita y emitió un breve mensaje en un salón de plenos. Antes, el Partido Acción Nacional (PAN) y el PRD se enfrascaron en un debate sobre si debía leer o no el documento en la tribuna. El PRI apoyó al PAN y el PRD decidió retirarse.
En 2008, el artículo 69 de la Constitución que obligaba al presidente a asistir a la apertura de sesiones del Congreso, fue reformado. Así, el primer mandatario pudo elegir si dar un mensaje a los ciudadanos o no, y con ella la fiesta del presidente se suspendió en aquellos años.
Y así, con el correr de los años, el Lincoln 76 también se volvió un recuerdo.
Con información de Sin Embargo, El Universal y Centinela Digital.