Beijing. 06 de enero de 2019.- La conquista de la cara oculta de la Luna por China ha despertado la pregunta de si el mundo está a la puerta de una nueva carrera espacial, como la que en su momento establecieron Estados Unidos y Rusia por llevar un hombre al satélite natural terrestre.
La sonda Chang’e-4 alunizó en la cara oculta el pasado jueves y si bien China se convirtió en el tercer país después de Estados Unidos y Rusia en poner un artefacto hecho por el hombre en la Luna, ha sido el primero en alcanzar su región no visible desde la Tierra.
A tres días de su arribo, el explorador Yutu-2 y el módulo que lo transportó han comenzado sus tareas y se encuentran realizando los proyectos previstos, informó la Agencia Espacial Nacional de China (AENCh).
Las antenas de cinco metros se encuentran desplegadas y el detector de neutrones y radiación, de fabricación alemana, se encuentra en pruebas de acuerdo a lo previsto.
Yutu-2 revisó el terreno y la ruta que recorrerá, mientras el radar y la cámara con las que está equipado se reportan en funcionamiento correcto y de acuerdo a lo programado, señaló la agencia espacial china a Xinhua.
Ahora tanto el explorador como el vehículo portador se preparan para enfrentar las temperaturas extremas que origina el día lunar, que van de 200 a menos 200 grados Celsius, y por lo que toca a Yutu-2, entró en pausa y reanudará sus tareas el próximo jueves.
En la Tierra, en tanto, los analistas señalan que Chang’e-4 muestra el crecimiento del programa espacial del país asiático, con efectos al futuro de la exploración del espacio, dijo Wendy Whitman en un artículo para The Conversation.
La historia del trabajo espacial de China se vincula al desarrollo de sus misiles balísticos en la década de los años 50 del siglo pasado, pero interrumpido por la Revolución Cultural.
Hasta 1970 fue que China lanzó su primer satélite, y se privilegió el desarrollo de aplicaciones comerciales satelitales. En 1978 el entonces líder chino Deng Xiaoping estableció que el país no participaría en la carrera espacial pues era una nación en desarrollo.
Satélites de comunicaciones y meteorología, entre otras áreas, acapararon la atención de los científicos espaciales chinos en esos años.
Sin embargo, a la par del desarrollo económico chino que lo ha transformado en la segunda nación por su Producto Interno Bruto (PIB), a mediados de la década de los años 90 amplió su programa espacial más allá del desarrollo satelital.
Lanzó un programa de vuelos tripulados para lo cual desarrolló la nave Shenzhou, que llevó al espacio al primer taikonauta, Yang Liwei, en 2003, con 12 astronautas chinos en total puestos en orbita baja alrededor de la Tierra.
De esa docena de taikonautas dos corresponden a la primer estación espacial china, la Tiangong-1, que entró en órbita el 29 de septiembre de 2011, aunque en septiembre de 2016 se informó que estaba fuera de control hasta que cayó en el Pacífico el pasado abril.
La actual Chang’e-4 corresponde a la serie que llevó a la primera de estas misiones a orbitar la Luna en 2007, y seis años después, al primer explorador lunar.
Ahora se sabe que China planea la puesta en órbita de una nueva estación espacial, la instalación de una base lunar y posibles misiones a Marte.
Whitman destaca que caracterizan al programa espacial chino su lentitud así como el secreto que lo rodea, lo que impide conocerlo con detalle.
Empero, se sabe que en materia militar en 2007 uno de sus misiles destruyó con éxito un satélite meteorológico inservible, y de acuerdo a fuentes estadunidenses, esa vertiente del programa espacial chino avanza y madura.
En ese marco, una prohibición legal proveniente de 2011 impide el contacto oficial entre cientificos chinos y estadunidenses, pero sin que esto lleve a la conclusión de que existe una carrera espacial entre Beijing y Washington.
Scott Pace, secretario ejecutivo del estadunidense Consejo Nacional del Espacio, señala que existe optimismo acerca del establecimiento de cooperación sin que inicie una nueva carrera espacial.
Un ejemplo de ese potencial se dio en la Conferencia Internacional Aeronáutica realizada en Alemania en octubre pasado, donde se reunieron Jim Brindenstine, jefe de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) y su contraparte chino Zhang Kejian.
De esta manera, si bien la cooperación espacial civil puede darse, en materia militar podría haber más bien competencia, ya que el actual gobierno estadunidense afirma que China y Rusia están mejorando su capacidad militar espacial.
Con información de Notimex.