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Ciudad de México. 12 de diciembre de 2018.- La exResidencia Oficial de Los Pinos, que el nuevo Gobierno convirtió en un Complejo Cultural, representa un enigma en la idiosincrasia mexicana que se ha tratado fallidamente de resolver. El pasado 1 de diciembre se abrieron sus puertas al público en general, pero no en su totalidad. Aún están pendientes muchos de sus cajones y armarios, los cuales, de abrirse, podrían ayudar a la reconstrucción y entendimiento de la memoria histórica que alberga uno de los emblemas del presidencialismo en México. Mientras los intentos por descifrarla continúan, Los Pinos ahora es un espacio para la cultura que hasta ayer ha registrado 190 mil visitantes.
De seguir este magno interés por el inmueble oficial, gracias al próximo periodo vacacional, es posible que los visitantes alcancen el millón en menos de un mes de su apertura. Además, los visitantes no sólo son habitantes de la capital del país, sino de todos los estados que arriban en busca de conocer, quizá con morbo, uno de los capítulos más opacos de nuestra historia reciente.
De acuerdo con información de El Universal, en el Portal de Obligaciones y Transparencia se encuentra un intento por descifrar a Los Pinos, mismo que alberga cuantiosas preguntas que los mexicanos han planteado por medios diversos. Sobre las respuestas, otorgadas por la Oficina de la Presidencia, están dispersas, inexistentes o ‘escondidas’ en documentos acartonados por su complejo lenguaje burocrático.
Lo que sí es posible saber, es que el servicio de mantenimiento y conservación de la exResidencia Oficial costó alrededor de 10 millones de pesos en 2012; que el sistema de riego y tratamiento de agua potables es uno de los gastos constantes –debido a los amplios jardines con los que cuenta– y que en 2010 representó un gasto de casi tres millones de pesos; también podemos acceder a datos que informan que el mantenimiento del parquet de una sola sala de Los Pinos para un mes costó 41 mil pesos en 2009.
Es posible saber también que en la exResidencia Oficial hubo un circuito cerrado de cámaras, compuesto de 66 equipos, que costó 20 millones de pesos; que el inmueble requiere de un control de plagas para insectos y roedores; que la jardinería estuvo a cargo del Estado Mayor Presidencial (EMP) y que en sus jardines y áreas verdes coexisten diferentes tipos de árboles, predominando los fresnos, pinos, álamos y cedro blanco; además de plantas como azaleas, aralias, camelinas, buganvilias y rosales. Incluso, por esta gran diversidad de flora, se buscó certificar a Los Pinos como un ‘inmueble verde’.
Lo que ahora sabemos que es la Secretaría de Cultura, encabezada por Alejandra Frausto, es ahora la responsable del Complejo Cultural de Los Pinos. El Universal solicitó información disponible a Comunicación Social, principalmente sobre la existencia de archivos documentales y fotográficos que rememoren históricamente al inmueble desde su creación en 1934 por el entonces presidente Lázaro Cárdenas. Asimismo, preguntó sobre la existencia de inventarios sobre los muebles que se han utilizado en la Residencia; sobre los posibles ahorros por ‘concepto de gastos domésticos y del personal’ que atendía a quienes la habitaron, y cuáles serían otros rubros de ahorro; sobre los cambios que podría haber en los sistemas de seguridad y de alarmas, así como la generación de otro tipo de gastos dada el nuevo fin de Los Pinos. Pero donde más énfasis se puso, fue en saber si existirá un proyecto que recupere la memoria histórica del espacio durante su empleo como Residencia Oficial. Sin embargo, no se obtuvo respuesta alguna.
Mientras estas preguntas permanecen al aire, los miles de visitantes tienen casi la misma reacción tras su visita a Los Pinos. Entran y contemplan los lujos y excesos con que vivían los expresidentes de México, generándoles asombro e indignación a todos. Es sorprendente cómo la opulencia maravilla y horroriza a la vez.
Uno de los testimonios recogidos por El Universal fue el de Leonides, uno de los miles de mexicanos que viajaron desde otro estado del país para conocer la exResidencia Oficial. Leonides viajó con toda su familia desde Macuspana, Tabasco, tierra natal del presidente Andrés Manuel López Obrador; un viaje que les llevó más de ocho horas en autobús. ‘Queríamos constatar en dónde se mal invertía nuestro dinero, todo lo que nos quitaron y nuestros impuestos’. Leonides mira con cierto desdén la suntuosa Casa Lázaro Cárdenas y comenta: ‘nada más de ver el comedor o su sala de cine […] y nosotros no tenemos ni una televisión’.
Otro testimonio es el de Armando Hurtado y su esposa Patricia Escalante, ambos residentes de la Ciudad de México. Su historia es distinta a la de Leonides y su familia. Armando asistió a la primaria El Pípila, ubicada muy cerca de Los Pinos, y narra que veía entrar y salir gente ‘trajeada’ por los portones. Esto le despertó la curiosidad por saber qué es lo que se hacía adentro. ‘Me sentaba en el barandal y me quedaba pensando ¿qué hay adentro? Me gustaría conocer. Y ahora que tuve la oportunidad, me pareció maravilloso’.
Actualmente, Armando es jubilado por el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Él y su esposa fueron vecinos de la colonia San Miguel Chapultepec por más de 23 años. Armando dijo que recorrió Los Pinos interesado en la parte estética. ‘Vine a ver los muebles y la arquitectura de las casas. Es muy bonito todo’. Por su parte, a Patricia le vienen muchos recuerdos. Narra que de niña estudió en una primaria de la industria militar, pues su padre formó parte del Escuadrón 201, por lo que en algunas ocasiones visitó la exResidencia. ‘Teníamos un poco más de acercamiento a este lugar que otras personas porque veníamos a los eventos nacionales’.
Un último testimonio recogido por El Universal fue el de Manuela Sánchez de 85 años de edad. Uno de sus 15 hijos la ayuda empujando su silla de ruedas y justo antes de atravesar por el Paseo de la Democracia, admira los jardines donde los 14 expresidentes pasearon con sus familias y donde ahora los niños juegan en las fuentes, jóvenes se toman selfies y adultos caminan con asombro.
Confiesa nunca haber pensado poder visitar Los Pinos, pero que al enterarse que se abriría al público en general, deseó tener la oportunidad de venir y saber cómo era este sitio, prácticamente desconocido para todos los mexicanos. Lo primero que la sorprendió fue su tamaño, ‘es mucho más grande de lo que imaginaba’.
La familia de Manuela viene desde Tuxpan, Nayarit, unas de las comunidades afectadas por el Huracán Willa. Los ochos integrantes que la acompañan se detienen a tomarse la foto del recuerdo que haga valer las 12 horas de viaje. Asimismo, Manuela cuenta que la familia López Soto viajó a la capital con dos propósitos: ver al presidente Andrés Manuel López Obrador y conocer la casa en la que vivió el expresidente Enrique Peña Nieto y su familia. Por su parte, su hijo Adolfo López dijo que ‘fue una buena idea de AMLO abrir Los Pinos, uno se queda sorprendido porque es muy diferente lo que ellos tenían a cómo vivimos nosotros allá, en donde apenas la vamos librando’.
Con información de El Universal.