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Ciudad de México. 20 de octubre de 2018.- La tensión vivida en la frontera sur de México cuando la caravana de migrantes proveniente de Honduras intentó ingresar a nuestro país ha generado una serie de posturas y comentarios expresados en redes sociales. Hay quienes piden solidaridad, quienes condenan la forma en que ingresaron, quienes responsabilizan a la fuerza federal por abuso de poder y quienes los defienden.
Sin embargo, entre tanta movilidad también se halla un México racista, xenófobo y clasista que descarga una ira contra los hondureños. Un México que califica, entre los más variados adjetivos peyorativos, como ‘criminales’ y ‘asesinos’ o ‘animales’, ‘changos’ y ‘cucarachas’ a las personas que vienen huyendo de un contexto que no les garantiza un buen vivir y que viajan con una esperanza en los países del norte.
Este México no es minoritario, es mucho más grande de lo que llegamos a imaginar. Es un México que celebra los insultos y que comparte el rechazo. Un México que no se ha querido dar cuenta de lo lastimado que está y se descarga sobre un grupo numeroso de centroamericanos bajo el pretexto de la ‘ilegalidad’ y la ‘diferencia’. Un México que no ha dejado de ser ‘el patio trasero de Estados Unidos’. Incluso hay internautas que bajo la cobija del anonimato han pedido asesinar y lastimar a los migrantes.
“Deberían de matarlos como los pinches animales que se comportan”; “¿Y las autoridades? Ya necesitan frenar a estas plagas… Malditas cucarachas”; “Ojalá los regresen a chingar a su madre. Pinches delincuentes”; “Pónganles una putiza, están entrando de manera ILEGAL a México, ¡no entienden!”
Este el México del que hablaba. Y es numeroso, más que la caravana que atacan. Estos comentarios fueron tomados de comentarios hechos en las diversas notas periodísticas que se han publicado al respecto.
Un México ‘indignado’ que se atrevió a impulsar los hashtags #NoALaCaravana y #FueraDeMéxico. Un México que se puso la máscara de látex de Donald Trump y lanzó una consulta vía Twitter para ‘opinar’ sobre la construcción de un muro en la frontera sur del país; ese México sorprendió con un rotundo ‘sí’. ‘Claro que sí amigo. Y ellos lo van a pagar’, decía un comentario.
También hubo manifestaciones y críticas en contra de la forma en que la caravana de migrantes ingresó a nuestro país. Pese a ‘evitar’ calificativos, entre líneas daban por hecho que la caravana se compone de ‘delincuentes’, ‘criminales’ y ‘violadores’.
“Fuera que se larguen a su país, son una bola de potenciales criminales, y lo único que vienen a hacer al país es pedir limosna y delinquir”; “Hay maneras de hacer las cosas, esto es violentar aún más la soberanía nacional, imagina entraron violadores o asesinos entre toda esa gente mezclados…”; “Que entren ordenadamente, necesitan un pinche trámite de 40 minutos. Nunca se les niega el paso. Pero que no entren a violentar el país. Eso es lo que están haciendo”.
Como podría esperarse, también hubo una fuerte respuesta a estas indignantes posturas.
“Qué bien escondido tenían a ese Trump interno algunos de ustedes eh. Qué padre es gritar sobre la crisis de refugiados en Siria, pero enojarse por los Hondureños”; “Al fin se visualiza opinión de la gente respecto a los migrantes sudamericanos. Algo así pasa en Estados Unidos con los mexicanos. Así de feo se expresan de nosotros”; “Trump por fin consiguió el muro que tanto quería. Se llama México y como dijo, él no lo va a pagar”.
Cierro esta nota con un tuit del periodista Jorge Ramos, y enseñemos el corazón.
Con información de Reporte Índigo, El Universal y Aristegui Noticias.