Sismólogos preocupados por la Brecha de Guerrero

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Ciudad de México. 18 de septiembre de 2018. Sismólogos mexicanos están preocupados por la Brecha de Guerrero, pero ¿qué es dicha brecha y por qué tanta preocupación?

Como seguramente lo recuerdan de sus clases de geografía, la Brecha de Guerrero, ubicada entre Zihuatanejo y Acapulco en el estado de Guerrero, registró su último gran movimiento tectónico en 1911, el riesgo de otro sismo ha hecho que desde entonces sea una región harto estudiada.

La primera preocupación es su proximidad con la Ciudad de México, aproximadamente 322 kilómetros al sudoeste.

En 1911 no existía el sismógrafo y sólo existen algunos reportes del suceso, por lo que es complicado ahondar con respecto a ese gran sismo ocurrido en la Brecha de Guerrero.

Sin embargo, tras los sismos recientes, ha re-colocado a la Brecha en boca de todos, pues se prevé que su condición sería peligrosa de suscitarse otro siniestro sísmico.

El 19 de septiembre de 2017 un terremoto golpeó en centro y las costas del este de nuestro país, desde entonces el investigador Raúl Valenzuela, del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó que no hay nada que temer con respecto a la Brecha de Guerrero, pues su período de inactividad es suficientemente largo.

Pero ningún siniestro natural puede ser predicho, ni siquiera con la tecnología más moderna, y si a eso le sumamos que no se cuenta con la información suficiente del sismo registrado en 1911, es difícil proponer un intervalo de recurrencia sísmica en la zona.

Dichas recurrencias son importantes, pues de contar con ellas, se podría calcular la energía tectónica acumulada en la Brecha de Guerrero, esto gracias a un método desarrollado por científicos mexicanos y japoneses. De realizar esta investigación, se acabaría con la incertidumbre que trae consigo la Brecha de Guerrero y su condición frente a otro gran sismo.

Para Miguel Ángel Santoyo, sismólogo del Instituto de Geofísica de la UNAM, asegura que hay deslizamientos asísmicos en la Brecha de Guerrero. Se trata de movimientos lentos entre las placas Norteamericana y de Cocos, que si bien no producen terremotos, sí relaja la energía tectónica.

“Un sismo se produce cuando ese deslizamiento ocurre en pocos segundos; por otra parte, un deslizamiento asísmico se generaría a lo largo de dos o tres meses, liberando la misma cantidad de energía pero gradualmente”, agregó.

En la costa occidental de México se encuentran las placas tectónicas de Cocos y Norteamericana; la primera se desliza por debajo de la segunda. Fenómeno conocido como zona de subducción que, periódicamente, genera sismos que liberan energía acumulada por la fricción entre las placas.

En noviembre de 2017, se instalaron una serie de sensores de movimiento, y durante los siguientes cuatro años, un grupo de más de 50 científicos mexicanos y japoneses recabarán datos, crearán modelos computacionales de sismos y tsunamis, y generarán mapas de áreas costeras cerca de la brecha para el siguiente terremoto.

Sin embargo, gracias a diversos sensores de movimiento, sismógrafos de banda ancha y tecnología GPS de alta precisión (terrestre y marina), es posible determinar los niveles de riesgo en los deslizamientos sísmicos y asísmicos de la Brecha de Guerrero.

Esta tecnología rastreará la deformación del suelo marino y los llamados sismos silenciosos con el propósito de aminorar el riesgo humano ante los terremotos y tsunamis.

Con información de Noticieros Televisa y New York Times

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