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Puebla. 13 de agosto de 2018.- Las plantas poseen la capacidad de producir compuestos que tienen múltiples aplicaciones, por ejemplo, en la medicina y en la agricultura, pero aún hace falta descubrir más sustancias del reino vegetal.
Luis Ricardo Hernández, profesor-investigador de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), señaló que en México las plantas que se utilizan en la medicina tradicional son alrededor de 4,000 especies y de estas aproximadamente 3% han sido estudiadas químicamente, y un porcentaje menor de la investigación se ha dirigido a tratar de validar su uso tradicional.
Ante este panorama, el doctor en química e integrante de la Academia Mexicana de Ciencias explicó en entrevista que es necesario hacer una validación de las propiedades que tienen los extractos vegetales, en especial de los que se venden libremente como productos naturales, con el fin de unificar algunos criterios para su producción, como son la dosis y la parte de la planta que se debe usar para evitar problemas de intoxicación, así como determinar la época del año o etapa de crecimiento en la que se debe cosechar la planta para que el extracto tenga el efecto que se busca.
Otro aspecto que se debe tomar en cuenta es que existen plantas de diferentes especies a las que se les llama comúnmente de la misma manera, un ejemplo es el gordolobo —nombre común de aproximadamente veinte plantas diferentes—, por lo que se requiere identificar qué especies se están utilizando porque no todas las plantas conocidas con ese nombre tienen la actividad antitusiva (que ayuda a aliviar la tos) que se le ha adjudicado al gordolobo, explicó el especialista.
El trabajo de Hernández, quien ha aislado y caracterizado cerca de cien productos naturales, de los cuales destaca el sarcopetalano, compuesto aislado de la planta Croton sarcopetalus, consiste en extraer diferentes compuestos de las plantas y determinar el tipo de actividad, ya sea insecticida, herbicida, antibiótica, antiviral, antifúngica o anticancerígena.
“En mi grupo de investigación buscamos constantemente distintas plantas para estudiarlas y determinar sus propiedades químicas, sobre todo nos enfocamos en aquellas que tienen un antecedente etnobotánico; por ejemplo, si se requieren hacer estudios de actividad anticancerígena se identifican las plantas que son utilizadas en las comunidades indígenas o indagamos en la literatura si existe información de las que se están empleando para combatir el cáncer”, dijo el científico, quien precisó que la idea es tratar de dar apoyo científico al conocimiento tradicional que se tiene de las plantas.
Así, una de las líneas de investigación se centra en la protección de cultivos con extractos vegetales o aceites esenciales que tengan propiedades antibacterianas y antifúngicas, ya que contribuyen a preservar alimentos o conservar los cultivos.
Al respecto, el investigador ha realizado estudios con el trigo, ya que son diversos los problemas que se tienen para su almacenamiento, porque si no se realiza de manera adecuada se acumulan hongos que generan toxinas que pueden llegar a producir cáncer.
De ahí que el investigador de la UDLAP y su equipo han probado aceites esenciales en el trigo y en la harina de trigo para mejorar su almacenamiento y evitar la acumulación de hongos. “Hemos analizado químicamente cuatro plantas que se pueden encontrar en Puebla: toronjil (Agastache mexicana), malvarrosa (Pelargonium graveolens), salvia de bolita (Buddleja perfoliata) y pipicha (Porophyllum linaria), de las cuales la salvia de bolita es la que mostró mayor actividad protectora, tanto in vitro como en el trigo cosechado.
Entre las ventajas de utilizar aceites esenciales de alguna planta es que son fácilmente biodegradables en comparación con los compuestos químicos sintéticos. Los aceites esenciales también son volátiles, por lo que con el tiempo el trigo queda sin rastro del aceite esencial y, además, no interfiere con las propiedades organolépticas de esta gramínea y ni de la harina que se produce.
“Hemos llevado a cabo estudios para evaluar el tiempo que tardan en reducirse los residuos de los aceites esenciales en el trigo, encontrándose una pérdida de 90% de estos en un rango de 9 a 19 semanas. Además, hicimos harina con ese trigo y con ella unas galletas para determinar si un grupo de personas (que formó parte del estudio) al probar las galletas, sentía alguna diferencia en el sabor en comparación con galletas hechas con harina de trigo que nunca estuvo expuesta a los aceites esenciales, y el resultado fue que no notaron cambio alguno”, describió el experto.
Sin embargo, aunque se ha avanzado en el estudio de estos aceites esenciales de plantas para la protección de cultivos, falta definir la cantidad que se requiere para proteger determinada cantidad de trigo o de harina. Esta información es necesaria para que en caso de que se comercialicen, poder establecer el tamaño de la planta de producción y contemplar incluso cultivos en invernadero para extraer los aceites esenciales de las plantas, señaló el especialista en química orgánica y productos naturales.
Luis Ricardo Hernández informó que está en conversaciones con algunas empresas que almacenan trigo, en especial con las que hacen empaques, para que usen el aceite esencial de la planta salvia de bolita.