Que no le digan…
La entrevista de Creelman a Porfirio Díaz
Por Mario A. Medina*
A pocos días de que los mexicanos acudamos a las urnas para renovar los poderes Ejecutivo y legislativo, particularmente, bien vale pena releer la entrevista que marzo de 1908 le hizo el periodista James Creelman al Presidente Porfirio Díaz.
En aquella conversación Porfirio Díaz detalló cómo después de recibir a un país convulsionado y quebrado económicamente pudo llevar a México a vivir en un clima de paz y progreso. Se declaró ser un demócrata y expresó su convicción de que dejaría el poder en 1910
Muy cerca de las elecciones, la entrevista fue publicada por la revista británica Pearson’s Magazine y, en México, El imparcial dio cabida a aquella charla en el Castillo de Chapultepec, donde, antes, su secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, Justo Sierra, le habría expresado su convicción de lo inconveniente que podría resultar volverse a reelegir.
He aquí algunos fragmentos de lo dicho por Díaz al reportero: “Nuestra mayor dificultad la ha constituido el hecho de que el pueblo no se preocupa lo suficiente acerca de los asuntos políticos como para formar una democracia”. Los indios están acostumbrados a guiarse por aquellos que poseen autoridad en vez de pensar por sí mismos”.
Consideraba que la población no estaba apta para practicar la democracia, y que ante el momento de desarrollo que vivía el país, menos era viable dejar la elección de quien lo sustituyera en manos de un pueblo “apolítico y analfabeta”.
El general oaxaqueño presumió a Creelman la “democracia” que según él se vivía en México, de la formación de una clase media que antes no existía, pero al mismo tiempo estas aseveraciones contrastaron con su sinceridad: “Los pobres son tan ignorantes que no tienen poder alguno”, y de la misma manera reconoció: “Éramos duros, algunas veces hasta la crueldad”.
Le dijo que había tenido que permanecer en el poder “por la propia salud del pueblo que ha confiado en mí”, aunque expresó: ”Daré la bienvenida a un partido de oposición. Si aparece, lo veré como una bendición y no como un mal, y si puede desarrollar poder, no para explotar sino para gobernar, estaré a su lado”.
Finalmente afirmó “He esperado pacientemente porque llegue el día en que el pueblo de la República Mexicana esté preparado para escoger y cambiar sus gobernantes en cada elección, sin peligro de revoluciones armadas, sin lesionar el crédito nacional y sin interferir con el progreso del país. Creo que, finalmente, ese día ha llegado”.
Que no le cuenten…
Estamos a unos días de que las y los mexicanos decidamos quién nos deben de gobernar los próximos seis años. Debemos ser nosotros y sólo nosotros, los ciudadanos, quienes decidamos nuestro futuro, nadie más.
Porfirio Díaz llevó a cabo varias veces lo que se llama el “fraude patriótico”, por la “propia salud del pueblo”, según él, y por la “confianza” que le tenían, también, según él.
Fueron varias las circunstancias que hicieron caer al régimen de Díaz: la represión política, el control de la prensa, las rebeliones campesinas, la guerra de castas, el exterminio del pueblo Yaqui, su gobierno despótico, el enriquecimiento grotesco de él y de los miembros de su gabinete a lo que se le sumó, sus relecciones, 30 años en el gobierno.
En su libro “El último brindis de Don Porfirio”, Rafael Tovar y de Teresa, al referirse a las fiestas del Centenario, apunta: “…este festejo no pudo contener lo evidente: pronto estallaría una violenta revolución…”. “Si las conmemoraciones hubieran sido su despedida, posiblemente todo habría sido distinto”.
Porfirio Díaz cayó. Él mismo no entendió lo que le había dicho a Creelman, que el pueblo tenía la capacidad de escoger y cambiar a sus gobernantes; no entendió que finalmente ese día había llegado.
*Periodista