Punta Rieles: cárcel uruguaya en donde los reos se vuelven exitosos empresarios

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Luis Bello | Acustik Noticias

La prisión de Punta de Rieles, situada al norte de Montevideo, en Uruguay, es única en su modo de rehabilitar a los presos pues las instalaciones simulan un pequeño pueblo (en lugar de un centro penitenciario), donde hay negocios y fábricas en las que pueden trabajar, estudiar o ambas; incluso algunos internos son considerados exitosos empresarios con ventas e intercambio de mercancías, dentro y hacia el exterior del penal.

En el ´barrio’, como le llaman los presos al reclusorio, hay panadería, pizzería, restaurante, vivero, peluquería y otros tantos negocios. Ahí se respira un ambiente de paz y tranquilidad, muy diferente a lo vivido en otros penales de la nación, en los cuales los internos llegan a perder la vida por riñas de víveres como agua, comida o medicamentos.

Se calcula una población carcelaria en Punta de Rieles de unos 510 individuos, de ellos 382 tienen un empleo y 246 se dedican a estudiar, aunque muchos, combinan ambas actividades. Solo unos 40, están interesados en aprender otra forma de vida, que no sea delinquir. Ante esto último, los reos son trasladados a un penal tradicional, pasados dos años de no aprovechar el programa.

La idea de un programa de readaptación social diferente al tradicional, surgió en 2012 cuando el director de Punta de Rieles, Luis Parodi, se propuso implantar el trabajo, el estudio y aprender un oficio como forma de mejorar la calidad de vida, en la mente de los sentenciados.

De acuerdo a las cifras oficiales del comisionado del parlamento para las cárceles de Uruguay, el país ocupa el lugar 28 de entre 222 países del globo terráqueo, pues tiene 321 presos por cada 100 mil habitantes; el problema se agudiza año con año tras el hacinamiento en reclusorios uruguayos, que llega a los 11 mil reos.

En tanto, para Luis Parodi el problema de regresar a las calles a robar, radica en que al salir se enfrentan a un mundo capitalista que, por lo general les suele dar la espalda y varios presos estarían obligados a reincidir.

También explicó que los internos no tienen contacto con el dinero físico. Las ganancias de su trabajo son distribuidas en un fondo interno para la manutención del penal, otra parte se va a un fondo para costear los gastos de materiales, refacciones de maquinaria y préstamos para la creación de nuevos negocios, y otra parte se deposita a las cuentas privadas del recluso para sus gastos familiares o como forma de ahorro para cobrarlo cuando purguen su condena.

Finalmente, Parodi refiere que el éxito del programa se debe en parte a su visión de las cárceles como forma de brindar al individuo herramientas para cambiar de vida y no verlos como enfermos sin cura.

Con información de Excélsior y Vice

Fotografía con imágenes tomadas de @iduran1, @enperspectivauy, Montevideo Portal y La Nación

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