Niños migrantes narran cómo es viajar hacia Estados Unidos

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Acustik Noticias

Ciudad de México. 11 de noviembre de 2018.- Nos encontramos en el estadio Jesús Martínez Palillo, en Ciudad Deportiva, Ciudad de México. Niños migrantes están emocionados y concentrados en un taller de masilla impartido por el DIF. Entre las actividades y el movimiento, una voluntaria dice por altavoz ‘última llamada para escuchar a los cuentacuentos’.

Ningún niño dejó la masilla para acercarse al escenario instalado al interior del estadio. Todo parece indicar que para competir con la actividad manual, es necesario prometer sorpresas y magia.

La voluntaria no cesa y continúa invitando a los niños por el altavoz. Padres de familia se acercan con sus hijos y algunos los dejan a cargo de los voluntarios cuentacuentos. Al final, diez niños forman un medio círculo muy cerca de los cuentacuentos. Los pequeños migrantes se notan ansiosos.

‘Yo soy Javier y vengo de un pueblito del sur del país en busca de nuevos amigos y en el camino me encontré con Nando que es del norte de México’, comienza a narrar uno de ellos, caracterizados de viajeros, con sombreros y mochilas de campamento.

‘¿Quién de aquí ha encontrado amigos en el viaje?’, se les pregunta a los pequeños de entre 3 y 10 años. Todos levantan la mano. ‘Yo conocí a mi amigo mientras nos bañábamos en el río’, dice Mauricio, quien viste unos pants café que recién le regalaron. Byron, de playera roja y shorts negros, platica que él conoció a Leo mientras jugaban en el camino.

El pasado octubre se conformó la primera Caravana Migrante que salió de San Pedro Sula, Honduras, con la meta de llegar a Estados Unidos y aspirar a mejores posibilidades de vida. De acuerdo con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México (ONU-DH), cerca de 3 mil personas, entre menores de edad, mujeres y adultos mayores, huyeron de su país por la violencia, la pobreza y las violaciones a derechos humanos.

El primer cuento introduce a Fredo, un oso pardo que decide dejar su casa en Sierra Gorda para emprender su viaje a lo desconocido. En el trayecto aprende lo importante que es ser valiente, aunque en ocasiones el miedo llegue de repente. Lleva consigo una pequeña maleta llena de cosas importantes.

‘¿Ustedes qué echaron a la suya?’, pregunta, ¡ropa, zapatos, desodorante, cepillo de dientes, champú y loción!, gritan los niños quienes relatan cómo para ellos el trayecto desde Honduras ‘ha sido un viaje’ en el que se camina mucho. ‘Solo ropa, ningún juguete, porque mi papá me dijo que sería muy pesado’.

De acuerdo con información de Animal Político, son más de mil 700 kilómetros los que se deben recorrer desde la frontera sur hasta la norte, dentro de territorio mexicano. La caravana recorre 32 kilómetros por día, a pie o de ‘aventón’, incluso los niños saben que levantar el pulgar es la señal oficial para pedir ride.

El segundo cuento presenta a los amigos de Fredo, a quienes conoce en su viaje: una rata, una cerdita, un burrito y un perrito, que parecen ser muy amigables. ‘En una cajita muy especial, Fredo guardaba lo que encontraba: chocolates, crayones, pelotas, pinceles, espejos, botana, pilas y claveles’, narran los cuentacuentos. A Yeiby no le gusta la botana; a Daniel, las pilas, y a Jorge, los claveles. El resto de los niños tienen gustos muy similares a los de Fredo.

En medio del círculo, entre los narradores y los escuchas, está una caja muy parecida a la del cuento. Más de un niño intenta abrirla para saber su contenido.

‘Compartir es muy normal, por eso Fredo tenía regalos para sus amigos’, continúa el cuento. ‘Yo tengo tres amigos y si me dieran un pedazo de chocolate lo partiría en tres’, dice orgullosa Daniela, quien escucha atenta mientras come una gelatina.

Los niños tienen muy presente todo el apoyo que reciben en México, pues cuando los cuentacuentos hablan de ayudar a los demás, ellos lo relacionan con las personas que les dan comida y ropa.

El sol está por ocultarse pero aun así los más pequeños de la caravana continúan escuchando las aventuras que narran los libros Hola, Fredo y Fredo y sus amigos realizados por editorial Ate con queso, una empresa mexicana que promueve el desarrollo individual, comunitario y social a través de los textos.

Algunos menores recuerdan que dejaron en casa a sus mascotas. ‘Yo tenía un Perico, se llamaba Pepe y era hembra’, ríe Daniela, una de las niñas más participativas. También platica sobre el ‘Pollo Campero’, un restaurante de origen guatemalteco: ‘el pollo trae papas, salsa de tomate y pan’, se relame los labios mientras platica y lo antoja a todos. Cuando se les pregunta qué platillos les ha gustado de México presurosos responden que comida china, confites con chile y pizza.

Antes del anochecer, la misteriosa caja colocada en medio de todos se abre. Dentro de ella hay unos caballitos de plástico y dulces. Los cuentacuentos explican que deben compartirlos con los otros niños y niñas que no pudieron escuchar las historias. Unos dicen que le llevarán a sus hermanos; otros, a sus amigos. Algunos solo toman un juguete y se retiran, no sin antes despedirse y agradecer a los que les hicieron pasar una hora entretenida.

Según el censo de autoridades capitalinas, mil 726 menores de edad viajan en la Caravana Migrante. Unos cuantos lo hacen solos, sin ningún adulto acompañándolos.

El pasado viernes, la caravana comenzó a dividirse. La mayoría del grupo de centroamericanos suspendió su salida de Ciudad de México, programada para las 05:00 horas, y continuó en el albergue de Ciudad Deportiva, sin embargo, un contingente de aproximadamente mil personas salió rumbo a Querétaro a donde llegaron este sábado.

Aunque se les ha ofrecido la posibilidad de tener refugio, la mayoría pretende salir rumbo a Estados Unidos, pese a los numerosos anuncios del presidente Donald Trump de frenarlos usando la fuerza.

Con información de Animal Político.

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