Aquiles Serdán, precursor de la Revolución Mexicana
CDMX. 18 de noviembre de 2018.- A 108 años de su muerte, Aquiles Serdán es recordado por su espíritu antirreeleccionista, sus ideales de libertad y democracia, así como su lucha por un cambio en la sociedad mexicana.
Aquiles Serdán Alatriste, quien nació el 2 de noviembre de 1877, tuvo tres hermanos, Carmen, Natalia y Máximo, quienes también junto con él fueron partícipes precursores de la Revolución Mexicana.
Inició sus estudios en el colegio Franco-Anglo-mexicano, pero la situación económica por la que atraviesa su familia, tras la muerte de su padre, Manuel Serdán Guanes, lo obliga a dejar la escuela; la familia distribuía calzado en Puebla y Tlaxcala.
El 18 de julio de 1909, fundó el club político Luz y Progreso en Puebla con 66 integrantes, lo que ocasionó que fuera arrestado al participar una protesta por la reelección del gobernador poblano Mucio Praxedis Martínez.
En una pequeña imprenta propiedad de Gilberto Carrillo, publica su semanario ‘La No Reelección’, de tiraje limitado falta de recursos económicos.
En uno de los documentos que publicó ‘Luz y Progreso’, afirmó que la República sería salvada ‘por los hombres que no hayan manchado su conciencia cometiendo atentados contra la Ley’.
Desde entonces, Aquiles Serdán, quien se identificaba con las ideas de Franciso I. Madero, fue encarcelado con frecuencia por las autoridades porfiristas debido a sus posturas ideológicas y su activismo político.
En diciembre de 1909, Madero y Serdán fundaron el Partido Antirreeleccionista local y en abril del siguiente año durante la Convención Nacional del Partido en la Ciudad de México, Aquiles Serdán votó por la candidatura de Madero y Francisco Vázquez Gómez para presidente y vicepresidente de la República.
A fin de formar un Club Antirreeleccionista de obreros lanzó una convocatoria dirigida a quienes llamó ‘hijos de la Patria y del trabajo’; en esa época los planes revolucionarios comenzaron a tomar forma.
En una gira de propaganda en mayo de 1910, Madero visitó la ciudad de Puebla y se hospedó en el hotel Jardín, donde Aquiles Serdán le informó sobre la organización y el movimiento.
Posteriormente, viajó a la capital del país, donde adquirió armamento y municiones en el establecimiento del comerciante francés Arsenio Combaluzier, amigo y compadre de Porfirio Díaz.
Durante las elecciones de 1910, Francisco I. Madero fue encarcelado y Porfirio Díaz se quedó nuevamente con la Presidencia de la República; en ese entonces Serdán liberó a Madero para que se resguardara en Texas, Estados Unidos.
Posteriormente, Serdán Alatriste pudo reunirse con Madero en Texas y después regresar a Puebla a inicios de noviembre de 1910 con la encomienda de liderar la revolución antirreeleccionista desde su estado natal.
Aquiles Serdán fue comisionado para levantarse en armas el 20 de noviembre de 1910, pero unos días antes de esa fecha, el gobernador fue alertado del levantamiento de Madero, por lo que envió a la policía a su domicilio para registrar todo el lugar.
Con armas en mano, Aquiles Serdán, quien ya tenía todo listo para el inicio del movimiento revolucionario, reunió el 18 de noviembre de 1910 a sus amigos y familiares, quienes opusieron resistencia a los gendarmes y soldados enviados por el gobernador para terminar con los rebeldes antes de sucumbir.
Por unas horas, los hermanos Serdán y amigos opusieron resistencia con el armamento que tenían, pero al ingreso de los solados a su casa, Aquiles Serdán se escondió en un sótano donde permaneció más de 12 horas oculto, hasta que lo descubrieron y lo asesinaron ese mismo día.
Carmen, su hermana mayor, subió armada al techo de su casa para incitar a los vecinos a unirse a la lucha, pero recibió una herida por bala y tras el enfrentamiento la enviaron a prisión junto con su madre, María del Carmen Alatriste Cuesta, en la cárcel de la Merced.
Posteriormente, su cuerpo fue exhibido al público, como advertencia a los maderistas; su muerte lo convirtió en el primer mártir revolucionario.
Aquiles Serdán fue nombrado Benemérito de la Patria por el presidente Abelardo L. Rodríguez, mediante decreto del 11 de noviembre de 1932 y desde entonces su nombre está grabado con letras de oro en los muros de la Cámara de Diputados.