Pericos y guacamayas, entre las 392 aves en peligro de extinción

Pese a normas y sanciones prevalece el mercado negro

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Por Verónica Martínez Sánchez

CDMX. 25 de noviembre de 2018.- Pardeaba la noche, el frío arreciaba cuando se estacionó un tráiler afuera de la tienda. De la unidad descendió un sujeto que llevaba oculto en su chamarra un loro; el hombre pidió tres cervezas mientras colocaba al ave sobre su hombro, un cordón la sujetaba de la pata.

A Charly, el tendero, le agradó. El verde de su plumaje brillaba. No fue necesario preguntar si la vendía, el conductor le pidió mil 800 pesos por ‘Neto’, como aseguró se llamaba. Se presentó el regateo y el acuerdo se cerró en mil 500 pesos.

‘Neto’ pasó a formar parte de la familia y en poco tiempo se hizo el consentido por encima de ‘garras’, el gato siamés. Carlitos, el hijo menor de Charly, era el más apegado a ‘Neto’; todos los días al llegar de la escuela le repetía palabras, pero el ave se paseaba de un lado al otro en su jaula.

‘Ese cotorro es un fraude; está mudo’, le decía Carlitos a su padre cuando escuchó repetir al ave ‘fraude, fraude’. Las primeras palabras se festejaron con una manzana.

Un día entró a la tienda un estudiante de veterinaria; le llamó la atención lo parlanchín de ‘Neto’ y se tomó una foto con el ave; para ese entonces ya la jaula la mantenían abierta, el loro se guiaba por la tienda por un cordón grueso.

Pasado un tiempo regresó el joven, le hizo saber a Charly que ‘Neto’ era un loro cabeza amarilla, que podría alcanzar los 20 mil pesos.

El Amazona oratrix está considerado en la categoría de Peligro de Extinción (P) en la norma oficial mexicana, NOM-059-SEMARNAT-2010, pero el tendero no lo sabía y estuvo con su familia cerca de 11 años, hasta que un día, después de la fiesta de Navidad, ‘Neto’ no estaba, habían dejado abierta una ventana, supusieron que por ahí se fue o que alguien se lo robó.

‘En México, desde octubre del año 2008 está prohibido –salvo en el caso de los loros cariamarillo–, el aprovechamiento de 21 especies entre loros y guacamayas’, señaló en entrevista a Notimex, Joel González Moreno, director general de inspección, vigilancia de vida silvestre, recursos marinos y ecosistemas costeros de la Profepa.

La historia de ‘Neto’ es una de cientos que existen en el país, personas que adquieren un loro a un vendedor o a algún desconocido, sin tomar en cuenta papeles en los que se especifique la descripción de la especie, el número de ejemplares que hay, el lugar de procedencia, la autorización respectiva para su comercialización, así como el marcaje respectivo.

González Moreno comentó que la venta de especies mexicanas de loros y pericos es completamente ilegal, por lo que tanto el vendedor como el comprador tienen responsabilidades.

El Código Penal Federal reconoce como delito el tráfico de especies de vida silvestre, que es catalogada como categoría de riesgo, por lo tanto, el tráfico se configura tanto, en la posesión, en el comercio, en el transporte, en la extracción ilegal, actividades que van ligadas a este delito.

González Moreno señaló que “desafortunadamente es tan común este tipo de especies en los hogares mexicanos, pero sí es importante que sean conscientes que tener un ejemplar de loro mexicano, implica responsabilidad y, en este caso, sanciones por la vía administrativa o incluso penal”.

Se refirió a guacamayas rojas, guacamayas verdes, loro cabeza amarilla, loro frente naranja, que son más comúnes, o bien el periquito atolero, el loro cabeza de viejo.

En México existe una lista de 392 aves que se encuentran en la categoría de riesgo de extinción, y las principales razones son: uno por su aprovechamiento indiscriminado, así como la extracción ilegal de especies de su medio silvestre y, por el otro lado, la pérdida de su hábitat.

En materia de protección al hábitat de las aves, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente de México ha implementado operativos en áreas naturales protegidas como el combate a la tala clandestina y en materia de impacto ambiental.

Otras actividades son directamente enfocadas a la protección de las especies y sus poblaciones; eso lo hacemos a través de operativos en mercados de inspecciones que se programan y se llevan a cabo en establecimientos comerciales, en mercados, en tianguis, en unidades de manejo que reproducen también este tipo de aves.

Del año 2017 a la fecha se aseguraron tres mil 859 ejemplares de aves enlistadas en la NOM-059-SEMARNAT-2010 en alguna categoría de riesgo.

Alrededor del 58 por ciento de estos aseguramientos, que derivaron de operativos en mercados y en carreteras, permitieron el aseguramiento de dos mil 261 aves.

El pasado mes de mayo, México participó en la operación internacional ‘Madre Tierra’, que fue lanzada por la Interpol y formó parte del protocolo que se realizó en la caseta de cobro de la autopista México-Puebla, en Chalco, donde se aseguraron 325 loros y pericos y se remitió ante el Ministerio Público a tres personas por el presunto delito de tráfico de especies de vida silvestre.

Pese a los esfuerzos, prevalece el mercado negro de aves. En los últimos dos años, refirió González Moreno, se aseguraron mil 626 ejemplares de este grupo de psitácidos o comúnmente llamados loros, pericos y guacamayas, ‘dentro de ellos el más comercializado, que no está en la norma 059, es el loro cariamarillo que en ese periodo aseguramos 162 ejemplares; le siguió el loro frente naranja con mil 297 ejemplares; el loro frente blanco con 51 especies y el loro cabeza azul con 35 ejemplares’.

De acuerdo con la Ley General de Vida Silvestre (LGVS) por comercializar o adquirir aves de forma ilegal la muta oscila entre 50 a 50 mil unidades de medida, es decir, de cuatro mil hasta cuatro millones de pesos.

El monto se establece en función del número de ejemplares, de la condición económica de la persona, de las especies de las que estemos hablando; son distintos criterios los que se aplican para determinar el monto de la multa, pero esto es el rango que se maneja; en caso de estar involucrado un local, se suspenden las actividades.

El comercio ilegal ha sido un factor que ha conducido a estar en peligro de extinción, y para Patricia Escalante, investigadora del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se debe de tomar en cuenta el riesgo por factores como la contaminación.

“Actualmente la contaminación es un factor importante, porque el uso de pesticidas está alterando las cadenas tróficas y afectando a toda la biota, desde las plantas silvestres, los organismos herbívoros y sus depredadores”.

La deforestación provocada por el ser humano ha sido, también factor para dañar el hábitat de las aves, así como su reproducción.

“El primero es la pérdida de hábitat (deforestación y otros cambios). El ser humano ha ido transformados bosques, pastizales y otros hábitats en forma extrema y dejamos pocos ecosistemas sin alterar de manera que las poblaciones silvestres están quedando reducidas a muy pequeños espacios”, aseguró.

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