En Congreso igualdad de poder, se acabaron las “Juanitas”

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En Congreso igualdad de poder, se acabaron las “Juanitas”

Este 1 de septiembre se instala la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión con dos eventos de gran relevancia con dos eventos de gran importancia, el 6º. informe de gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto y la paridad de género en la conformación de las cámaras de Diputados y Senadores.

En las pasadas elecciones del 1 de julio los resultados de elevar a rango constitucional el principio de paridad de género se hicieron tangibles: por primera vez las mujeres serán mayoría en el Senado de la República mientras que en la Cámara de Diputados, quedaron a sólo ocho escaños de diferencia para ser el primer parlamento paritario.

De acuerdo a los resultados preliminares arrojados el pasado 2 de julio por el Instituto Nacional Electoral (INE) las mujeres obtendrían 65 curules en el Senado y los hombres 63, en tanto, en la Cámara de Diputados las mujeres tendrían 246 escaños y los hombres, 254.

Una sociedad incluyente, libre de violencia y sin discriminación contra las mujeres, se da después del fomento cultural y transformación en la convivencia cotidiana y las reformas y prácticas políticas en materia de género, que tuvieron en excepcional avance en las elecciones del pasado 1 de julio.

En la experiencia mexicana se pueden identificar dos herramientas de cambio que han contribuido de manera decisiva a impulsar transformaciones profundas en la sociedad mexicana, particularmente en el plano electoral.

La primera fue la incorporación de adecuaciones a nuestras leyes, en particular a la Constitución y las leyes electorales, que han obligado a las instituciones a atender y resolver fenómenos sociales, como el de la igualdad entre los géneros, con enfoques y procedimientos nuevos que, además, han permitido a la sociedad elevar los contextos de exigencia a sus autoridades, como bien lo explicó Lorenzo Cordova al dar a conocer los resultados electorales para la conformación del Congreso.

Recordemos que fue a través de reformas electorales que iniciaron desde 1996, donde los partidos políticos distribuyeron sus candidaturas entre los géneros en porcentajes de 70/30, a la obligación de respetar esos porcentajes de cuotas de género con una nueva adecuación legislativa en 2002.

En 2007, el porcentaje de las cuotas se elevó a 40% y se obligó a los partidos políticos a incluir un porcentaje del financiamiento que reciben para la promoción del liderazgo político de las mujeres.

Esta mecánica es la que propició que, en tan sólo 20 años, y pese a las persistentes condiciones de violencia política que permean en la vida pública, en el país se transitó de 17% que representaban las mujeres en el Congreso en 1997, a 42% en 2015.

Con la aplicación de las disposiciones de la reforma constitucional y electoral de 2014, se ha colocado a México al lado de países como Bolivia, Ecuador y Nicaragua, que son de los pocos países latinoamericanos con un porcentaje de mujeres parlamentarias superior a 40%.

Se acabaron las “Juanitas”, antes mujeres eran elegidas por sus partidos políticos con el único propósito de aparentar que cumplían con la cuota de género que exige el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), renunciaban al puesto inmediatamente después de haber sido instaladas en el Congreso, pues el propósito era permitir que sus suplentes fueran varones. Ahora la ley especifica que el cambio de una mujer en el congreso será por otra mujer.

Hoy la sociedad mexicana avanza en la construcción de un piso de igualad entre los géneros, igualdad en la carga de responsabilidad, en preparación y también en remuneración.

Los próximos tres años es indispensable que los partidos políticos asuman un compromiso con la paridad vertical y horizontal, para que la representación de las mujeres  y hombres participen en condiciones de paridad desde los congresos locales y hasta en los municipios y cabildos… Es cuanto.

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